jueves, 18 de agosto de 2011

Costumbres de la España balompédica

Escribo estas líneas justo después de que se haya jugado la Supercopa de España entre Barça y Madrid, en una bochornosa y calurosa noche de agosto. Y no, no serán líneas acerca de ese partido.

Hace tiempo que lo voy comentando con mis amigos, que lo veo como espectador y lo vivo como ciudadano que le gusta el fútbol. Hablo de cómo se gestiona este deporte en España, consecuencia de cómo se gestiona este deporte más allá de los Pirineos. Y, como casi todo lo que ocurre en este país onírico, el balompié es en España un arte bajo mala organización.

Desorden, locura, sin sentido, surrealismo, llamemos como mejor creamos esta situación perenne del fútbol profesional en España. Hace unas semanas, hacia el 12 de agosto, la Asociación de Futbolistas Españoles, osease el sindicato de futbolistas españoles, había llamado a la huelga, pues clamaba ante la Liga de Fútbol Profesional, la patronal (los clubes), que había muchos jugadores que no cobraban, que no todos eran superestrellas. Esta vez ha ido en serio y no se juega la primera jornada de la Liga, y tal vez ni la segunda. Lo peor de todo es que la AFE tiene razón: hay más de 15 clubes de primera división que no pagan a sus jugadores, pues están ahogados en deudas tan esperpénticas como toda la situación y el sistema que los gestiona, y por tanto están bajo ley concursal (pendientes de concurso de acreedores). Mientras, el espectador ve que las teles, las que pagan, pagan una burrada a estos clubes, sobre todo a dos que todos conocemos (uno lo ha ganado todo desde hace unos pocos años, el otro tiene un entrenador con un dedo que huele un poco mal), y que los clubes "pequeños" que reciben una porción (suculenta ante la vida normal de una persona normal) del dinero que pagan las teles se lo gastan en “comprar” nuevos jugadores, ahondando su deuda, luego no pudiendo pagar las nóminas que han dejado sin pagar.

La Liga, mientras, sigue organizando las jornadas de forma extra europea: siguiendo unos horarios que la UEFA hace tiempo que critica por ser poco europeos (pero si Spain is different!), pidiendo moderación a un país que ama los extremos y una consecución de calendario justo antes de empezar las temporadas. Además, por si no quedara poco, toda esta locura española es una pequeña célula dentro de otra gran locura europea del fútbol, y de ésta a mundial: una burbuja monetarista que se hincha cual papada de Jesús Gil (siempre viene bien recordar los héroes pasados convertidos en mito) gracias a las pretensiones de jugadores, managers, gerentes de clubes, clubes, periodistas, federaciones y demás buitres, pues no hay una normativa conjunta que limite el monte de dinero que se mueve por el deporte fútbol. Sabemos que en España las burbujas, sean de jabón, de tocho o de pelotas, son una tradición tan palpable como las tapas o las cornadas de los toros. Sabemos también que son estas burbujas las que dan espectáculo y mucha, muchísima, distracción al espectador, viendo a este país (cada vez el de menos gente, al menos los de su noreste) como aquél especial exotismo del sur europeo.