sábado, 20 de noviembre de 2010

Tribut a Bola de Drac


Els que hem nascut durant els últims vuitanta i primers noranta del segle passat, punt de la Història en què tot canviava per a que no gaire canviés al final, hem tingut –nenes i nens– la voluntat de ser, d’amagatotis, davant un mirall qualsevol, el superguerrer definitiu, aquell que amb l’energia vital podia crear boles de foc amb les mans, engrandint-se-li els músculs amb una facilitat hipertrofiant al•lucinadora, o convertint-se en goril•la gegant descontrolat. Fricades que, sense les sagues de Bola de Drac, una generació no hagués fet.

Hi ha moltes coses bones i boniques de Bola de Drac. Els seus personatges estaven tots molt ben perfilats. Les trames tenien continuïtat, era una espècie de culebrot manga, amb vàries generacions de la família de Son Goku (tots amb poders que et deixaven sense aler) i els seus amics. De totes maneres, el que jo destaco sobretot és el fet que, de cada saga enemiga, la colla d’en Goku s’ampliava amb un enemic “traïdor” que passava amb els bons. Des del principi fins el final, des de Yamcha i Puar i Oolong, passant per Satanàs Cor Petit Jr. i Ten Shin Han i Chaos, a Vegeta, els androides A-17 i A-18 fins el monstre Bu.

Gràcies al geni d’Akira Toriyama i del treball excel•lent del doblatge català, tota una generació de catalans –i fins i tot espanyols– ha pogut estimar un dibuix animat com ho vam fer durant gairebé vint anys des de la primera emissió a TV3 de Bola de Drac (on Bulma trova Goku) el 1990 fins la última (on Goku marxa al cel amb el Drac Shenron, convertit en el guardià del Drac) el 2004.

És una llàstima que TV3 no l’emeti més. Diuen que ja no té els drets. També diuen que el Consell Audiovisual de Catalunya ho va prohibir perquè la considerava massa violenta. Potser esperen a que s’acabi el tripartit...

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Sobre la Argentina


Hablar de Argentina sin ser argentino o sin haber conocido jamás un ápice ínfimo de lo que significa ser argentino es tarea harto ardua y hasta puede parecer ofensiva para los argentinos. Pero amparándome en la libertad de razonamiento, me atrevo a opinar de esta selva apasionante, compleja y tragicómica llamada Argentina y compuesta políticamente por un movimiento, plataforma, establishment, llamado peronismo.

Hace unos días leí de un escritor argentino, cuyo nombre no recuerdo, la queja de que los europeos no podemos entender el peronismo. Y pienso que tiene razón. Yo no llego a entenderlo, tal vez porque es ideológica y estructuralmente tan transversal. Por lo que sabemos aquí nació queriendo ser corporativista, jugó a ser neoliberal y desde Kirchner es socialdemócrata. Algunos dicen que es la amalgama de las tres cosas más los muchísimos egos de los políticos, empresarios y militares argentinos identificados con la justicia social, más algunos sindicalistas, más los mitos de sus creadores (Juan Domingo Perón y su esposa Evita), más las pasiones tragicómicas tan típicas del tango. Fascinante. Único en el mundo occidental: el Partido Justicialista no parece ser un partido en el sentido estricto de la palabra, sino una plataforma enorme, un escenario que impregna todas las instituciones argentinas, empezando por Buenos Aires, y tocándolo todo con esta especie de nacionalismo argentino que juega a denominarse también peronismo. ¿Y un movimiento? Tal vez, posiblemente solo cuando ha deparado buenas políticas para la Argentina, como las que impuso Néstor Kirchner en 2003 olvidando las consignas enfermas del FMI y mirando de levantar la economía a partir de más intervención estatal.

Ahora el kircherismo, un peronismo evolucionado, parece una cabeza (CFK) sin cuerpo (NK). ¿Tiene contenido? Cristina Fernández, buena política según me explican amigos argentinos, tiene la oportunidad de darle contenido a sus políticas más allá del protagonismo en la sombra del hombre que la enviuda. Veremos. Personalmente, espero que, de una vez por todas, ese país vuelva a ser la potencia que ochenta años atrás decía ser. Aunque mucho me temo que por su carácter latino, y como España, Italia, Francia, y todos los demás países latinos del globo, se abandonará a emociones perniciosas para todos y cada uno, siguiendo su alma de tango: un baile, al fin y al cabo.