domingo, 17 de octubre de 2010

Sobre la UB que vivo

La Universidad de Barcelona está en la picota. Según muchos de sus catedráticos, la prestigiosa UB es una de las mejores universidades del mundo, de Europa y, cómo no, de España. Siempre repiten que es la que presenta “los mejores índices en las tablas internacionales” del saber universitario (donde siempre, siempre, siempre, ganan las unis anglosajonas). Pues bien, en el informe Academic Ranking of World Universities, la UB está en el puesto número 201, junto a la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Valencia, y muchísimas otras. La UB, por lo menos, está entre las 500 mejores, podrían consolarse muchos meatintas que dicen ser catedráticos. La UB, en realidad, no es una buena universidad.

Si un alumno desea estudiar en la UB, sepa que entrará dentro de un sistema universitario monstruosamente normativizado y burocratizado, en el que se cuentan hasta siete vicerrectores (todos ellos funcionarios) para distintas áreas que, miren por dónde, funcionan con poca o nula eficiencia. La excesiva burocratización supone un tremendo freno a las aspiraciones de la misma UB, que no encuentra una vía de escape plausible a su ineficacia: muchos de los que vanaglorian la UB siendo de la misma UB, son los mismos que después, en petit comité, critican su falta de miras, de ambición, de inspiración, de dinero y, en fin, de personal. Cuando un alumno necesita hacer un simple trámite a la secretaría de su facultad, debe esperar de entre media y una hora para que luego los cuatro “secretarios” no quieran/puedan facilitarte el trabajo por culpa de que o bien te falta un papel, o un sello, o un documento acreditativo, o bien porque no sabes qué sucede o qué pasará, etcétera. Así, se quitan trabajo, se lo dan al administrado (que además, al pagar una cuota anual, es cliente) y siguen tranquilamente inmersos en su vida de tedio insoportable.

Dejando de lado al personal llano, que solamente necesitaría una revisión, o hasta un pequeño toque de atención después de ampliarlo, debemos cuestionar sobre todo al profesorado. Si la UB es una universidad prestigiosa en el mundo, entonces tiene unos profesores de prestigio, ¿verdad? Algunos son, sin lugar a dudas, excelentes. Desgraciadamente, son la minoría, y muchos de esta minoría no están relacionados con los grandes jefazos de la universidad (el corrillo de catedráticos bien conectados entre sí y con algunos poderes fácticos de la Administración Pública catalana). Desgraciadamente, muchos catedráticos han ganado su cátedra de forma dudosa, pues el alumno cuando está ante estos rinocerontes de la monotonía, se da cuenta de que o el profesor que tiene ante sus narices es deficiente mental o que es un vago desconsiderado que no desea impartir clases cuando es su obligación, o que es un cabronazo fiel a sus amigos tan catedráticos como él y tan aburridos de la vida como él. De este perfil, muchos se encontrarán, muchos hemos encontrado y muchos persistirán (ya que muchos, además, están bien conectados con excomponentes, o fueron excomponentes, de un partido extinto que le fue oposición catalana e izquierdista al dictador Franco; hablo del PSUC). Un apunte más, alumnos de la UB. Un apunte más: las encuestas que pasan cada fin de semestre para valorar a los profesores son vinculante cada cuatro años, y para ciertas/os profesoras/es jamás lo son, pues éstas/os tienen derecho a elegir qué cursos o materias impartir.

Os dejo el link del Academic Ranking of World Universities: http://www.arwu.org/