martes, 18 de mayo de 2010

La liga de los 99 puntos y del villarato

¡Por fin ha terminado la Liga! Así me siento: aliviado porque ha acabado una liga demasiado larga. Bonita pero envenenada. Por los medios, y más que antes. Y sobre todo, por los medios de comunicación afines al Real Madrid CF, es decir, la gran mayoría de los medios de comunicación españoles.
Los barcelonistas hemos tenido que aguantar una presión inenarrable, repleta de arrogancia, prepotencia, mala fe, malas intenciones, tramposa, una presión que embestía cual toro de lidia, una presión de esas que te hacen dudar del deporte rey, porque ha sido una presión que ha contaminado el colectivo arbitral de por sí, debilitando al débil (el árbitro español), molestando al mal actor de los partidos (“mal actor” entendido como antagonista, como persona non grata) y convirtiéndolo en pésimo actorzuelo, vilipendiado por doquier: el barcelonista desconfía del árbitro, de por sí, solo por la historia culé, que nos enseña desde pequeños cómo muchas decisiones arbitrales “extrañas” nos han “quitado lo que nos merecíamos”. En esta liga de los 99 puntos, el árbitro no solo ha recibido la desconfianza de los culés –una desconfianza que a veces raya el victimismo agresivo pero que no deja de ser beneficiosa para el Fútbol Club Barcelona, pues mientras el colectivo arbitral presente las características que sigue presentando, sin casi cambios desde hace años, también por culpa del inmovilismo de la Federación Española de Fútbol, los barcelonistas podremos seguir diciendo que los árbitros no nos quieren bien–, sino la inmensa desconfianza (e ira) del madridismo mediático y mediatizado. Lo que se le llama “villarato” y que no ha sido, a mi entender, nada más que un aviso al árbitro: ayudas a la persona incorrecta, te estás equivocando al ayudar a quien no tienes que ayudar. Personajes ya públicos de los futboleros como Eduardo Inda y Alfredo Relaño, directores de Marca y As respectivamente, se han portado como hooligans comparado con el señorío merengue tan estimado por el mismo madridismo. El villarato les ha sumido en un mar de lodo del que difícilmente podrán salir. Y éste mar de lodo es la deslegitimación completa, total, absoluta, de sus títulos de periodismo. Ni Inda ni Relaño son ya periodistas, no pueden ser considerados como tales desde esta temporada futbolística 2009-10, y por lo tanto ellos dos, y muchos otros –incluidos muchos periodistas culés–, no deben ostentar sus títulos profesionales.
Al terminar esta liga me quedo con lo siguiente. Del Barça, me quedo con san Pep y su capacidad de liderazgo. Mientras él sea el líder del primer equipo, armonía. Me quedo también con el final de la era Laporta, bañada en cava del Luz de Gas, y con las elecciones a la presidencia, un ejemplo de civismo que engrandece al club blaugrana.
Del Real Madrid me quedo con su temporada alucinante. Flipante. Porque jugando como ha jugado, con un estilo más rácano que bello, pero muy efectivo, muchísimo, con una garra hace decenios inimaginable, con una lucha sin igual para ganarlo todo, ha llegado a su récord de puntos, 96. Con un CR9 que, por muy chulo y ciclista que sea, es un placer verlo correr por el campo. Me quedo con Manuel carapalo Pellegrini y su guerra fría con la directiva, que no le quiere; con las burradas que puede llegar a decir Sergio Ramos; con el fabuloso Higuaín –si lo venden, son tontos; así de claro–; con su mundillo, al fin y al cabo, que nos da de comer siempre que vomitan esperpentos dignos de Valle Inclán, como el Alcorconazo (palabrota bestial pero hermosa para los no madridistas) o las estupideces de sus periohooligans.
De los demás, me quedo con que no han sabido compaginar esta nueva Liga desequilibrada: demasiado desequilibrada. Ésta no ha sido una liga ejemplar: tras el Real de los 96 puntos, está un tercero, el Valencia con 71 puntos, seguido del Sevilla, un cuarto con 63. La crisis económica y financiera ha sumido a los demás clubes deportivos españoles en una situación que los devuelve, por lo menos económicamente, a los años noventa del pasado siglo (o quizá más atrás: ha habido involución). Ya no valen, nunca más, las políticas de cartera, sino que deben volver las políticas de cantera, o por lo menos primarlas ante las de chequera. (El Madrid Florentiniano seguirá poniendo dinero, ya que por una parte lo gana gracias a su gerencia empresarial, y por otra lo gana porque los amigos de Caja Madrid se lo da). No es bueno tener una liga a la escocesa, ya que la deslegitima y la oscurece. Veremos cómo será la 2010-11.