sábado, 11 de diciembre de 2010

Visca la sàtira!



Diuen el que n'entenen que Catalunya és la "societat més democràtica" de tot l'Estat Espanyol, pel seu nivell d'associacionisme (molt superior al de les altres comunitats autònomes), pel seu nivell de televisió pública de qualitat, per les seves pólítiques d'integració immigrant, per altres factors que ara mateix no recordo. Si de veritat és una societat democràtica més intensa que altres societats democràtiques d'Espanya, un factor rellevant (i que també s'encasella dins el factor de la televisió pública de qualitat) és la capacitat de sàtira que s'hi fa. Quan un país sap fer-se sàtira de sí mateix, des de la literatura a la indústria de la comunicació i l'entreteniment catòdics, passant pels dibuixos de vinyeta, el teatre i (ara també) les webs, és un país democràticament sa.
La sàtira, art ancestre i de tradició fortament llatina i mediterrània, és un plaer pel pensament i la diversió. Mentre rius, enraones. El programa "Polònia" de Tv3 és, crec, la millor sàtira que es fa a Espanya i, diria, a tot l'arc mediterrani. Sóc italià també i segueixo molt la comèdia ítala, plena d'estereotips satírics dels poderosos de tota mena, però la sàtira italiana és més clàssica, cínica, beu Tàcit, Marcial i Plaute, mentre que a Catalunya, nació que conjuga la fúria hispana amb el guant de seda letal i cruel de tots els llatins del globus, a més de cert xacobinisme transpirinenc, a Catalunya la sàtira pot ésser i semblar més paiassal o fins i tot agressiva, però mai sense passar-se, mai intentant ofendre en excés al polític o poderós de torn. (A Itàlia no cal ofendre al poderós de torn perquè aquest ja s'ocupa per sí sol d'ofendre's a sí mateix).

A la resta d'Espanya falta sàtira, doncs encara estan immersos en determinats dogmes del passat (també culturals i gens extranys ni a Catalunya ni a cap altre país llatí o catòlic) que fan veure la sàtira, aquest art de la burla inteligent (art de conjugar ironia amb joc de bufons), com a una cosa extranya i perniciosa. I quan s'atreveixen a fer-ne, sovint són com cuiners que es passen de sal o pebre i entreguen o presenten plats agressius pel paladar, massa extrem(iste)s pel públic que crea i consumeix sàtira de debó.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Tribut a Bola de Drac


Els que hem nascut durant els últims vuitanta i primers noranta del segle passat, punt de la Història en què tot canviava per a que no gaire canviés al final, hem tingut –nenes i nens– la voluntat de ser, d’amagatotis, davant un mirall qualsevol, el superguerrer definitiu, aquell que amb l’energia vital podia crear boles de foc amb les mans, engrandint-se-li els músculs amb una facilitat hipertrofiant al•lucinadora, o convertint-se en goril•la gegant descontrolat. Fricades que, sense les sagues de Bola de Drac, una generació no hagués fet.

Hi ha moltes coses bones i boniques de Bola de Drac. Els seus personatges estaven tots molt ben perfilats. Les trames tenien continuïtat, era una espècie de culebrot manga, amb vàries generacions de la família de Son Goku (tots amb poders que et deixaven sense aler) i els seus amics. De totes maneres, el que jo destaco sobretot és el fet que, de cada saga enemiga, la colla d’en Goku s’ampliava amb un enemic “traïdor” que passava amb els bons. Des del principi fins el final, des de Yamcha i Puar i Oolong, passant per Satanàs Cor Petit Jr. i Ten Shin Han i Chaos, a Vegeta, els androides A-17 i A-18 fins el monstre Bu.

Gràcies al geni d’Akira Toriyama i del treball excel•lent del doblatge català, tota una generació de catalans –i fins i tot espanyols– ha pogut estimar un dibuix animat com ho vam fer durant gairebé vint anys des de la primera emissió a TV3 de Bola de Drac (on Bulma trova Goku) el 1990 fins la última (on Goku marxa al cel amb el Drac Shenron, convertit en el guardià del Drac) el 2004.

És una llàstima que TV3 no l’emeti més. Diuen que ja no té els drets. També diuen que el Consell Audiovisual de Catalunya ho va prohibir perquè la considerava massa violenta. Potser esperen a que s’acabi el tripartit...

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Sobre la Argentina


Hablar de Argentina sin ser argentino o sin haber conocido jamás un ápice ínfimo de lo que significa ser argentino es tarea harto ardua y hasta puede parecer ofensiva para los argentinos. Pero amparándome en la libertad de razonamiento, me atrevo a opinar de esta selva apasionante, compleja y tragicómica llamada Argentina y compuesta políticamente por un movimiento, plataforma, establishment, llamado peronismo.

Hace unos días leí de un escritor argentino, cuyo nombre no recuerdo, la queja de que los europeos no podemos entender el peronismo. Y pienso que tiene razón. Yo no llego a entenderlo, tal vez porque es ideológica y estructuralmente tan transversal. Por lo que sabemos aquí nació queriendo ser corporativista, jugó a ser neoliberal y desde Kirchner es socialdemócrata. Algunos dicen que es la amalgama de las tres cosas más los muchísimos egos de los políticos, empresarios y militares argentinos identificados con la justicia social, más algunos sindicalistas, más los mitos de sus creadores (Juan Domingo Perón y su esposa Evita), más las pasiones tragicómicas tan típicas del tango. Fascinante. Único en el mundo occidental: el Partido Justicialista no parece ser un partido en el sentido estricto de la palabra, sino una plataforma enorme, un escenario que impregna todas las instituciones argentinas, empezando por Buenos Aires, y tocándolo todo con esta especie de nacionalismo argentino que juega a denominarse también peronismo. ¿Y un movimiento? Tal vez, posiblemente solo cuando ha deparado buenas políticas para la Argentina, como las que impuso Néstor Kirchner en 2003 olvidando las consignas enfermas del FMI y mirando de levantar la economía a partir de más intervención estatal.

Ahora el kircherismo, un peronismo evolucionado, parece una cabeza (CFK) sin cuerpo (NK). ¿Tiene contenido? Cristina Fernández, buena política según me explican amigos argentinos, tiene la oportunidad de darle contenido a sus políticas más allá del protagonismo en la sombra del hombre que la enviuda. Veremos. Personalmente, espero que, de una vez por todas, ese país vuelva a ser la potencia que ochenta años atrás decía ser. Aunque mucho me temo que por su carácter latino, y como España, Italia, Francia, y todos los demás países latinos del globo, se abandonará a emociones perniciosas para todos y cada uno, siguiendo su alma de tango: un baile, al fin y al cabo.

domingo, 17 de octubre de 2010

Sobre la UB que vivo

La Universidad de Barcelona está en la picota. Según muchos de sus catedráticos, la prestigiosa UB es una de las mejores universidades del mundo, de Europa y, cómo no, de España. Siempre repiten que es la que presenta “los mejores índices en las tablas internacionales” del saber universitario (donde siempre, siempre, siempre, ganan las unis anglosajonas). Pues bien, en el informe Academic Ranking of World Universities, la UB está en el puesto número 201, junto a la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Valencia, y muchísimas otras. La UB, por lo menos, está entre las 500 mejores, podrían consolarse muchos meatintas que dicen ser catedráticos. La UB, en realidad, no es una buena universidad.

Si un alumno desea estudiar en la UB, sepa que entrará dentro de un sistema universitario monstruosamente normativizado y burocratizado, en el que se cuentan hasta siete vicerrectores (todos ellos funcionarios) para distintas áreas que, miren por dónde, funcionan con poca o nula eficiencia. La excesiva burocratización supone un tremendo freno a las aspiraciones de la misma UB, que no encuentra una vía de escape plausible a su ineficacia: muchos de los que vanaglorian la UB siendo de la misma UB, son los mismos que después, en petit comité, critican su falta de miras, de ambición, de inspiración, de dinero y, en fin, de personal. Cuando un alumno necesita hacer un simple trámite a la secretaría de su facultad, debe esperar de entre media y una hora para que luego los cuatro “secretarios” no quieran/puedan facilitarte el trabajo por culpa de que o bien te falta un papel, o un sello, o un documento acreditativo, o bien porque no sabes qué sucede o qué pasará, etcétera. Así, se quitan trabajo, se lo dan al administrado (que además, al pagar una cuota anual, es cliente) y siguen tranquilamente inmersos en su vida de tedio insoportable.

Dejando de lado al personal llano, que solamente necesitaría una revisión, o hasta un pequeño toque de atención después de ampliarlo, debemos cuestionar sobre todo al profesorado. Si la UB es una universidad prestigiosa en el mundo, entonces tiene unos profesores de prestigio, ¿verdad? Algunos son, sin lugar a dudas, excelentes. Desgraciadamente, son la minoría, y muchos de esta minoría no están relacionados con los grandes jefazos de la universidad (el corrillo de catedráticos bien conectados entre sí y con algunos poderes fácticos de la Administración Pública catalana). Desgraciadamente, muchos catedráticos han ganado su cátedra de forma dudosa, pues el alumno cuando está ante estos rinocerontes de la monotonía, se da cuenta de que o el profesor que tiene ante sus narices es deficiente mental o que es un vago desconsiderado que no desea impartir clases cuando es su obligación, o que es un cabronazo fiel a sus amigos tan catedráticos como él y tan aburridos de la vida como él. De este perfil, muchos se encontrarán, muchos hemos encontrado y muchos persistirán (ya que muchos, además, están bien conectados con excomponentes, o fueron excomponentes, de un partido extinto que le fue oposición catalana e izquierdista al dictador Franco; hablo del PSUC). Un apunte más, alumnos de la UB. Un apunte más: las encuestas que pasan cada fin de semestre para valorar a los profesores son vinculante cada cuatro años, y para ciertas/os profesoras/es jamás lo son, pues éstas/os tienen derecho a elegir qué cursos o materias impartir.

Os dejo el link del Academic Ranking of World Universities: http://www.arwu.org/

lunes, 23 de agosto de 2010

La Segunda Declaración de Derechos


El 11 de enero de 1944 el presidente de los Estados Unidos de América, Franklin Delano Roosvelt, dio su último Discurso del Estado de la Unión; lo dio por radio porque estaba demasiado débil y enfermo como para aparecer ante el Capitolio de Washington. Pero la última parte de dicho documento hizo que fuese retransmitido por televisión: era un documento fuertemente rompedor, completamente nuevo, que pretendía construir una nueva era de derechos en el mundo político: los Derechos Sociales.

Unos meses después, Roosvelt murió, y fue sucedido por su vicepresidente Truman, quien olvidó la Second Bill of Right, pues debía terminar la guerra contra los japoneses. El tiempo diluyó el documento (deseo, testamento, herencia perdida) del presidente que más años estuvo en el cargo. Roosvelt no fue solamente un estadista, sino un visionario que preparó el terreno para la inclusión de los derechos sociales en las Constituciones que se fundaron terminada la guerra: Italia con su constitución de 1947, Japón con la suya de 1948, Alemania con la Ley de Bonn del ’49, todas ellas concluían que los derechos individuales de todo ser humano deben estar complementados por una serie de derechos sociales que emanan primeramente de la soberanía popular y que el Estado que se crea democráticamente a partir de ella debe vigilarlos y sobre todo rentabilizarlos.

Los derechos sociales que Roosvelt quiso establecer para los Estados Unidos eran:

Derecho a un empleo con salario decente.
Libertad económica ante monopolios y competencia desleal.
Derecho a la Vivienda.
Derecho a la Sanidad.
Derecho a una justa, ecuánime y completa Educación.
Derecho a la Seguridad Social.

Todos estos derechos sociales no fueron aplicados “constitucionalmente” en Estados Unidos, y ello ha sido uno de los grandes huecos por el que se ha echado al garete la reglamentación económica exagerada que ha desembocado en la gran recesión financiera que nos ha llevado a la crisis que aún hoy vivimos (y ya han pasado dos años, lo que podemos decir que vivimos en una Depresión sistémica del capitalismo, si bien mucho más leve que la de setenta años atrás). En las constituciones posteriores a la idea política de Roosvelt (epílogo de tantas ideas intelectuales de pensadores de su tiempo) se escribieron estas leyes, pero sin la cláusula ética de que todo gobierno debía vigilarlas por el “bien común”, y no según el “bien ideológico” o el “bien del partido”, como, desgraciadamente, ha sucedido en todos los países que hoy sufren la implosión del sistema capitalista (un hecho que durará hasta 2017, según los expertos).

Existe sin embargo una ley social que Roosvelt olvidó porque aún no parecía de relieve pero que hoy en día es imperativa: Derecho a una justa información periodística basada en los hechos objetivos de toda información y no en las opiniones subjetivas de quienes ejercen dicha ética profesional para la propaganda o cualquier búsqueda de poder de influencia hacia la ciudadanía y hacia la libertad del pueblo. Roosvelt, amante del capitalismo pero consciente de que amaba una bestia parda que, si no se controlaba adecuadamente, podía ser muy dañina, no pudo darse cuenta de lo que significaría en los tiempos actuales buscar información objetiva de la buena, sin interferencias de los periodistas y de los intereses capitalistas que ven en el periodismo otro campo de competencia.

Creo en los derechos sociales. Pero también creo firmemente en el capitalismo, un sistema con el cual puede desarrollarse adecuadamente el sistema sociopolítico de la democracia. Si bien no son el mismo ente, pueden complementarse mutuamente y dar grandes frutos. Pero para ello deben equilibrarse, deben autocontrolarse el uno a la otra y viceversa; deben poseer cada uno una ética que no les haga descarriar. No todo vale. Tampoco por los derechos sociales, herramientas democráticas para vigilar el capital.

Son tiempos de cambios. Parece que veremos su desilusión si no actuamos con prontitud.

jueves, 19 de agosto de 2010

Sistema idiotitzat i Diners

Avui, un exercici de demagògia.

El Bon Millet va dir a la sortida d’un bar: “Si parlés, més d’un tremolaria”. Un altre dia, en mig de l’expectació periodística al Parlament de Catalunya, on el Bon Millet havia estat citat per a declarar en el cas de corruptela que ha estat batejat amb el seu nom, un altre dia el Bon Millet, cigarro en mà, enrient-se dels qui volien declaracions seves, va comentar, somrient: “Em deixeu fumar en pau? I em deixaríeu agafar el meu taxi? Gràcies”. Veu greu, de fumador, de cabró, un llest que personifica la podridor del Sistema polític català. Una podridor que fa anys que deixa un tuf de rates mortes però mai sepultades, una pudor que mareja la nostra democràcia. Tots els partits polítics, tots, són la causa. Perquè, desgraciadament, la nostra democràcia es basa en la força dels partits i de la classe política que creen.

El sistema polític català és, avui més que mai, la seva classe política, s’han fet simbiosi. La classe política catalana, transversal, plena de llestos i arribistes, amb periodistes que es prostitueixen i poca moral per totes bandes, ha deixat que després de vint-i-tres anys de pujolisme, masses anys de Pujol, que no de CiU, el país es re-podrís amb una coalició “d’esquerres” que ha portat el país a la ruïna. Abans aquesta nació posseïa el 33 per cent del PIB español; avui té el 18 per cent. Encara és la comunitat autònoma solidària més rica, però està ja lluny de la Lliga de les quatre millors, ara Navarra, Euskadi, Cantàbria i Madrid (sí, la comunitat autònoma de Madrid, tot i tenir un deute astronòmic de 3000 milions d’euros, és més rica en PIB per càpita que Catalunya; fins el 2004 les quatre CA més riques eren Navarra, Euskadi, Catalunya i Balears. Euskadi i Navarra no són, i mai han estat, tan solidàries com Catalunya, i si més no són més respectats a les Castelles i a la Meseta en general). La Coalició d’esquerres, imposant una dictadura del políticament correcte –tot el que no entra en els seus esquemes és considerat pels seus intelectuals de pacotilla, ex-comunistes, endogàmics d’universitat i d’administracions, com a fatxa–. CiU, de totes maneres, no ha sabut liderar un canvi generacional desitjat per molts, i ha perdut el centre del catalanisme en favor d’un independentisme cada vegada més ampli però cada cop més dispers. El Sistema és putrefacte perquè la classe política catalana està molt podrida, plena de xulos i arribistes que només desitgen un tros del pastís.

Si jo fos el pròxim president de la Generalitat de Catalunya, la primera cosa que faria, primeríssima, seria ordenar la fi de tot moviment de capitals a la ciutat capital de l’Estat (entenent-se per aquesta l’Administració General de l’Estat Espanyol), avisant al rei (cap d’Estat espanyol) i al president del Govern Central del nostre tancament de caixes unilateral. Cap més cèntim es mouria de Catalunya. També s’avisaria al perillós líder de la oposició, aquella gavina boja que mai se sap si ve o se’n va, a qui se li diria que si el seu boig partit crida anticatalanisme, el tancament unilateral de caixes seria més fort, més prolongat. Es tracta de crear una crisi institucional des de la nostra nació, però aquest cop amb els diners d’avantguarda i no de reraguarda –com fins ara s’ha fet–, per a doblegar Espanya i els seus interessos. Per a que una nació funciona, necessita capital, i Catalunya el té però en regala massa als Tresors de les CA que més subvencionen de part del Tresos Central Estatal. Els diners són, com en totes les nacions, una possible i propera salvació. Si des de la Meseta hi hagués cridòria, Catalunya amenaçaria amb la independència, previ avís a la UE, al rei i al Govern Central. Si els xiscles dels mariachis carpetovetònics no cessessin, la independència seria una realitat. Però, no ho oblideu, amb tancs i cabres per la Diagonal.

sábado, 31 de julio de 2010

Fart i mig

Aquest post és una continuació de l’anteriorment publicat El 10 de juliol de 2010. Després de la Manifestació del Deu de Juliol, com molts ja l’han anomenat, la classe política catalana, un cop més, no ha sabut representar, com gran part de la ciutadania representada i present a la Manifestació desitjava, els interessos nostres. De totes maneres, parlar ara de les elits polítiques catalanes deixaria mal sabor de boca. Prefereixo parlar, ara mateix, del que penso, crec, estic convençut, que hauria de fer la ciutadania catalana: Organització.

Tota Organització, amb O majúscula, és fruit de l’Ambició. La ciutadania de la nostra nació ha d’ésser ambiciosa, molt ambiciosa, però amb racionalitat, amb seny, i la rauxa necessària, la passió que fagi falta, per a fer valer els propis interessos. Els interessos de Catalunya, del poble català, són diversos i alguns d’ells tan transversals com la mateixa població catalana. Sí, Catalunya és una nació, i té dret a decidir tot allò que anhela decidir. Per tant, l’Ambició per a una Organització de la ciutadania és, si més no, obligatòria.

La Organització de la que parlo ha de sorgir de la mateixa ciutadania, amb la inestimable ajuda de totes aquelles associacions, federacions, corporacions, clubs i altres entitats que, per a fer-se valer com a poble unit i lliure, de dues llengües i amb voluntat de plena sobirania per al propi futur, estan posicionades amb solidaritat i fermesa per a la defensa pacífica però constant (una cosa que molts dels nostres polítics no volen conèixer) dels nostres interessos més rellevants. Catalunya és una nació amb fermes bases mediterrànies que no ha d’oblidar pas el seu passat, però no pot fer-se la cega amb llur present i, sobretot, amb el seu futur. Catalunya ha de ser Valenta. Ambiciosa. I per l’Ambició, s’ha de lluitar, democràtica, pacífica i fermament, per a fer-se valer. Les elits polítiques catalanes són prou covardes com per actuar que estan unides i/o dividides segons la conjuntura del dia, de l’hora o fins i tot dels minuts. Les elits polítiques, i empresarials i mediàtiques que les recolzen i es retroalimenten, han de veure que la nació vol tallar’ls-hi el cap a tots ells: els seus mètodes ja han caducat. Ara és la hora de la ciutadania. “Que rodin els caps dels polítics” no vol dir que ens hem de presentar amb ganivets a tots els palaus, departaments i empreses públiques del país (així ens trauríem de sobre quasi un milió de catalans, arribistes o no), sinó que a les properes Eleccions autonòmiques –que a mi m’agrada anomenar-les Eleccions nacionals– la ciutadania ha de poder crear una plataforma, o unes entitats, gens polítiques, que animin a votar nul o blanc. Perquè l’emprenyament ja ha passat a ser esgotament. Els catalans estem esgotats. I jo, personalment, m’he cansat d’Espanya. M’agradaria moltíssim poder pensar, com fa fins molt poc, que encara es pot persuadir a Madrid (símbol del centralisme castellà i, de retruc, conservador espanyol –conservador en actituds socials, no polítiques, actituds que tenen els dos grans partits de l’Estat–) de que dins d’Espanya hi ha altres nacions orgulloses de ser-ho que, si es vol que es mantinguin en l’Espanya unida, han de cooperar també en el Govern de tot l’Estat, una cosa que no és real, i casi mai ho ha sigut, per la desconfiança, la histèria, la mala voluntat de molts, les mentides d’altres, l’odi d’uns que semblen molts i que potser sí ho són, i el desconeixement irrisori, primitiu i fins i tot estúpid de gran part de la població que posseeix l’actitud conservadora castellana-espanyola (cadascú ho digui com vulgui, perquè és una savoir-faire espanyol, també present a Catalunya, que és complex i complicat d’enraonar i explicar).

La votació al Congrés dels Diputats va ser el gran ridícul de les elits catalanes. Per tacticisme, per desconfiança mútua, per nervis, pel que sigui, van anar descoordinats i el PSC, a més, no va saber defensar els interessos del país que, teòricament, diu defensar. L’ambigüitat no els va funcionar (i aquí no només parlo dels socialistes). A Madrid ho van veure com una espècie de “victòria” encara que no van saber del tot què passava a Catalunya. La selecció espanyola de futbol va guanyar la Copa del Món, merescudament (i em vaig alegrar molt, moltíssim), i això ho van veure com que a Catalunya tots, d’un dia per l’altre, se sentien espanyols. Molts van “sortir de l’armari”, o “del calaix”, o “del rebost”, i van fer-se sentir com a espanyols i catalans i/o viceversa. Altres, encara que no se senten espanyols, van alegrar-se perquè a l’equip seleccionat per Del Bosque hi havia ni més ni menys que vuit catalans i que, uns quants d’ells, van enarborar la nostra senyera, dient-li al món que Catalunya era part importantíssima en la consecució d’aquest Mundial 2010. (Vaig escoltar que un “periodista” de la Caverna Mediàtica se li va escapar, al veure la senyera de Xavi i Puyol, Esto puede provocar). Això, per desgràcia de molts d’aquí i sobretot d’allà, és una prova palesa de que l’emprenyament català de que a Madrid no es vol entendre la voluntat d’enteniment que aquí s’anhela era un fet i no un somni d’uns quants eixelebrats radicals. Per molt que fatxes d’actitud conservadora castellana-espanyola radical i independentistes catalans radicals vulguin fer veure, Espanya va guanyar la Copa del Món gràcies a un grup de professionals que, a Sudàfrica, van ensenyar al planeta que estima soccer que la nació catalana era viva, si més no dins d’Espanya. Va ser un esdeveniment, una manifestació més, que en aquesta societat líquida ha quedat oblidada, però que jo recordo.

Des de Madrid es veia com una victòria que la Selección hagués per fi guanyat una estrelleta a sobre de l’escut bordat en la samarreta roja. Però unes setmanes després el Parlament català va prohibir les corrides de toros, avisat de que la mateixa gent que va presentar la iniciativa legislativa popular per aquest fet, en presentaria una altra per a la prohibició dels correbous. Aquesta prohibició penso que és contraproduent social i políticament per a Catalunya, però que s’ha debatut de la forma més democràtica: presentada una ILP, s’ha fet debat social i finalment els diputats dels dos grans partits catalans han tingut dret de vot, perdent-se, per uns moments, la tan maleïda disciplina de vot que tants estralls ens porta. La prohibició s’ha fet democràticament. Però a Madrid això ho veuen com una venjança, i ja fan soroll, una altra vegada, capitanejats una altra vegada pel Partit Popular, grup polític completament ademocràtic, contra la ciutadania catalana en el seu conjunt. Busquen, un altre cop, confrontació. Els mariachis de la dreta pura castellana (l’extrema radicalització de l’actitud centralista castellano-espanyola) ja han esmolat les seves dents i ja vomiten litres de verí. Sembla que han oblidat que la Comunitat Autònoma de les Illes Canàries va prohibir les corrides de toros el 1991. Aquest és un estiu molt interessant.

Davant la tossuderia irracional dels que no volen entendre el seu país Espanya, i davant la tossuderia també irracional dels que no poden sofrir Espanya des de la nació catalana, hem de ser valents i deixar-nos de bestieses. Volem que els polítics actuals segueixin en aquest Sistema en què no tenen consideració ciutadana, sinó arribista, o volem que els ciutadans, els veritables polítics, els que sí han de posseir força política davant titelles que, segons com estan els astres, són amics, amants, coneguts, rivals, enemics o saludats, fagin del seu país un lloc millor? És que no recordem la Manifestació del 10 de juliol? Ara és la nostra hora, hem de Organitzar-nos per a fer front al símbol que ens lliga al passat: si volem que Catalunya sigui independent, o més autònoma, o millor a seques, hem de manifestar-nos, o concentrar-nos, cada mes, demanant el cap de tota la classe política catalana covarda que no sap què és el coratge de representar, com nosaltres manem, la dignitat del poble. Són paraules que poden ser extretes de qualsevol pamflet demagog i populista, que poden ofendre, que poden ser insultants i menyspreades per molts. Però són també paraules d’una persona farta d’aquest Sistema polític nostre, el català, que ja no sap què és l’Excel•lència.

Si volem que a Madrid no ens prenguin el pèl, no se’ns pixin al damunt, no se’n riguin de nosaltres, no ens menyspreïn, etcètera, hem d’acabar amb la política d’aliances que va parir la Convergència i Unió pujolista, i hem de començar a deixar de veure als bascos del PNB com a amics, perquè ells no ens veuen com a tal, sinó com a rivals (són bascos). Hem d’aprendre dels bascos, sobretot en el tema d’espantar a les Castelles. I hem de plantar-nos. Considero que la Generalitat de Catalunya ha d’abandonar la idea il•lusòria dels Països Catalans, que ha de mirar pels interessos del que és, ara mateix, la comunitat autònoma catalana. València i Balears seguiran a Catalunya, d’això no hi hauria dubte, perquè les connexions sociolingüístiques i històriques podrien acabar apropant-les a Catalunya (i sinó, mireu què està passant ara mateix amb el corredor mediterrani, desitjat en primera instància pel PP valencià i rebutjat, també en primera instància, pel PP madrileny). La Generalitat, amb el seu president al capdavant, ha de plantar-se a la Zarzuela i jurar-li lleialtat al cap d’Estat, mentre aquest sigui el rei d’Espanya, però avisant-li de que Catalunya deixa de pagar i rebre. Quien avisa no es traidor. Se li faria saber que si hi ha histèria, seria el cap d'Estat de dos països diferents i que, en un temps, podria posar-se en discussió la seva persona com a cap d'Estat en un referèndum. Acte seguit, a la Moncloa: se li faria saber al president del Govern Central que, des d’aquell moment, Catalunya deixava de pagar calers i rebre mastegots fins que no hi hagués resposta positiva des de Madrid. Catalunya ha de demanar el que vol, sense por. El xivarri mesetari seria tremebund, però quant més xivarri, més Europa: la resposta catalana ha de ser una denúncia ràpida a les institucions de la Unió Europea, demanant ajuda i comprensió, alertant del xivarri bèl•lic de Madrid. També s’hauria de buscar ajuda a les Nacions Unides. El xivarri irracional es contestaria amb soroll de la raó, de la nostra raó, fent-nos veure com un poble digne. El xivarri de la meseta és, doncs, una oportunitat: hem de deixar de comportar-nos com a victimistes de cara a Espanya; hem de començar a avisar el món que si el xivarri no cessa, Catalunya li dirà al món que abandona el xivarri (Espanya) per moure’s en la tranquil•litat.

Tot això es fa a través del treball, de la feina, voluntària o no, remunerada o no, per a unes conviccions, uns principis, uns valors, per a un país i totes les seves característiques. Hem de buscar noves vies, hem de ser valents. La història ens ha ensenyat que el paper de la víctima crea monstres.

lunes, 12 de julio de 2010

La pelota onírica


Ya ha terminado el torneo Copa del Mundo de Fútbol de la FIFA, este año 2010 organizada en Sudáfrica, y ganada justamente por la selección española.

¿Qué nota le pongo a este Mundial? Un triste seis. No porque el campeón no se lo haya merecido, sino por todo lo que el campeonato ha dado de sí, por su ruido de fondo, que ha “divertido” más a los espectadores (al fin y al cabo, un Mundial de soccer es, después de los JJOO, un enorme divertimento, show, espectáculo, tanto deportivo como televisivo) que no el fútbol sensu strictu. Me detengo en algunos pocos puntos.

Árbitros. Los grandes amigos del soccer, los árbitros, los cuatro colegiados que figuran en un match, los actores secundarios de todo filme futbolístico, han tenido un papel demasiado protagonista. Los árbitros, seres que a veces no parecen humanos por culpa de su tremenda humanidad a la hora de cometer errores (son los que, gracias a sus decisiones, ejecutan aquellas anécdotas que después los periodistas futboleros, más futboleros de taberna que periodistas, apuntan en sus dietarios y recuerdan por los decenios de los decenios a la gente normal futbolera), no se entienden porque la FIFA itself no los entiende, no puede entenderlos o simple y llanamente, no quiere comprenderlos. La FIFA debe tomar nota de los árbitros, debe profesionalizar esta profesión. Y debe acompañar a los árbitros en toda competición: no es justo cambiar a unos por otros después de sus errores, porque así se les humilla. Los árbitros (a los que les guardo respeto pero que no me gustan para nada) deben considerarse como una profesión tangible, necesaria, pero siempre secundaria, neutral, del deporte fútbol. La FIFA debe vigilar que ningún árbitro tenga aficiones por uno u otro equipo, algo harto difícil, pero que, si se trabaja en ello durante muchos años, podrá suceder. Hay que ser optimistas, hasta en lo que tiene que ver con los árbitros.

La Jabulani. Otra cagada de los Señores FIFA. Ya lo dijo el Diego: ¿por qué un grupo de viejos que no saben tocar una pelota de fútbol deben decidir sobre ello? Y yo pregunto: ¿no se han dado cuenta que la Jabulani, pelota onírica, parece más una pelota de esas que regala Nivea y que sirve solo para la playa? Pobres niños pobres de India, siempre complicándoles más la vida. Deberíamos tomar nota de esta pelota como una de las grandes burradas de los amigos Señores FIFA (tal vez comidos de olla por Adidas).

La FIFA. Una casta de viejos pseudoburocratas que pretenden tener demasiado poder en un deporte paradójico pero bestialmente amado como el fútbol. ¿Es que debe presidirla un suizo que no ha tenido jamás nada que ver con este deporte? Si los periodistas futboleros quieren hacerle un favor al lector, que investiguen el funcionamiento de toda federación de fútbol, empezando por la FIFA, la cual debe evolucionar, y mucho.

Francia. Un flop. Mis amigos franceses han sentido una humillación tremenda. Pero yo, como italiano, he reído mucho, hasta que la nazionale cayó…

Italia. Vergogna! Para todos: empezando por el capullo del presidente de la Federcalcio, ese tal Abete, hasta Marcello Lippi y sus friends (la azzurra era más un equipo de torneo de barrio que una selección con cuatro mundiales, representante de un país determinante, importante, relevante, en este deporte). A ver qué da de sí Prandelli… Italia puede presentar un fútbol tan resultadista que llega a ser hasta insultante, pero es un fútbol que, no nos engañemos, sigue la estela del lema imperecedero “El fin justifica los medios”. Es un eslogan que muchos utilizan, muchos realizan en tantos campos que incluso puede llegar a verse legitimado. El fútbol italiano, o la escuela italiana del fútbol, cuya mayor “perfección” es el famoso catenaccio (defender sin cesar, sin querer la pelota, sin dejar de cansar al rival, que la mueve y la mueve, hasta que, como una serpiente venenosa, se lancen uno o dos contraataques efectivos para desactivar all mismo rival), teorizado por un milanés en Suiza y a su vez perfeccionado por un portugués en Milán, la escuela italiana del soccer es una de las más utilizadas junto a la escuela inglesa (muy vertical, sin darle vida al centro del campo) y a la escuela holandesa (teorizadora del tiki-taka, y perfeccionada a tal punto por el FCBarcelona que su “perfección” podría denominarse escuela catalana de fútbol, la verdadera vencedora de este Mundial). La caída de Italia simboliza también la caducidad de su escuela futbolística, la cual debe evolucionar, tal vez bebiendo de las otras dos. Se dice que algunos clubs, el Milan a la cabeza, suspiran por tener a Josep Guardiola como comissario tecnico, ya que podría introducir la escuela holandesa, o por qué no la catalana, en un país que defiende como una característica de su nacionalidad su modelo de soccer. El calcio está obsoleto, debe pasar página, evolucionar, debe sentirse más espectáculo y menos resultado, para sí acometer verdaderos resultados. Italia, eventualmente, ha caído en su mayor error, la gerontocracia: demasiados viejos, hasta en la selección de fútbol. Ahora suenan campanas de renovación, pero quién sabe si veremos a la azzurra levantar su quinta copa del mundo… Yo sí lo espero.

Holanda. Estoy muy contento por esta selección. Se merece al menos una Copa del Mundo. Haber llegado a la final con su fútbol original y originario ha dado un toque de atención a la mayoría de las demás selecciones, cuyo fútbol ha pecado de excesivamente resultadista por no decir prácticamente descompuesto. Holanda, como Estados Unidos, o España, o Uruguay, o Alemania, ha sido uno de los pocos equipos con una idea, su idea, la escuela holandesa. (Lástima que en la final jugase como un equipucho de Tercera Regional, regalando golpes hasta la saciedad).

Brasil. Se merece haber caído en cuartos, y por Holanda. Tiene cinco copas, y que así siga, hasta Brasil’14, donde seguro que ganará (Brasil ha ganado una copa cada decenio).

España. Lo peor: los comentaristas, periodistas y tertulianos histéricos de la meseta; Xabi Alonso, Navas, Torres, Ramos; las pocas cantadillas de Casillas. Lo mejor: la Barça Connection, Del Bosque, Camacho y sus gritos (son tan horribles que se hacen bonitos), que la roja haya llegado donde ha llegado, pues se lo merecía (y creo que se merece mucho más). Después de que Italia cayera, pensé de veras que Argentina sería una buena candidata, hasta que Alemania la barrió. Luego pensé en Alemania, pero ya empezaba a ver cómo España sacaba adelante sus partidos con ganas y cierto buen juego (aunque Xabi Alonso desentonara siempre). España ha jugado con la escuela catalana y ha ganado. Ha jugado con la perfección de la escuela holandesa y, contra los cantos de sirena de periodistas de taberna y afición más que cutre (la Gazzetta dello Sport, en un editorial cruel, tildó a la afición española de la más hortera del Mundial, solo superada por la argentina), ha sabido insuflar de humildad y modestia aquellos jugadores que precisamente no conocen estas palabras (muy pocos, por suerte). Muchos amigos tan catalanistas como yo no entienden que haya apoyado a la roja, y yo les respondo que apoyar a la roja es apoyar fútbol, una forma de jugar el fútbol, y qué más da que después desde la meseta, o desde el norte, o el sur, o las islas, o Madrid a secas, se hagan suyo un equipo en el que tres cuartas partes sean culés y/o catalanas. En este Mundial, como en la Eurocopa 2008, apoyar a la roja ha comportado también apoyar a los catalanes que han querido “representar” a su tierra, Catalunya, con la roja. Tildar a estos señores de mercenarios o, peor, de traidores, es tan irracional como las tonterías que vomitan en Intereconomía contra nosotros los catalanes. Estoy seguro que entre los catalanes de la roja se habla catalán, y que los no catalanes, por lo menos los más inteligentes, lo entienden. Que no exista una selección catalana de fútbol, cosa que anhelo, no es cuestión de estos señores que solamente saben tocar balón, sino que es cosa de políticos, quienes son los que sí deben mojarse, deben defender nuestros intereses por doquier y deben hacer siempre frente común por y para Catalunya. Tildar de populistas estas palabras, como muchos amigos tienden a hacer, es estúpido y sí verdaderamente populista. Por otra parte, la afición marrullera de la roja, alimentada por los medios de comunicación de aquí y de allí, ha sido, otra vez, un buen escaparate del nivel educativo de España (también de Catalunya, que ofrece un nivel educativo muy por debajo de lo recomendado y exigido por la Unión Europea). Además, ahora que España ha ganado y es campeona por justicia, la histeria mediática será más cavernícola que nunca, sobre todo intentando darle legitimidad madridista a un equipo que, sin el alma blaugrana, no hubiese hecho casi nada (y si no, tiremos de hemeroteca y veamos qué hemos hecho en el pasado: la maldición de octavos y cuartos). Un último inciso: san Andrés Iniesta, siempre he creído en ti. Ni Forlán ni leches, eres tú el que se debía llevar el Balón de Oro del Campeonato.

Argentina. Oh, Diego, por Ti, ¿qué hiciste? ¿Por qué tanta gitanería? Como siempre, Diego, vos sos un D10S, sobre todo en tu faceta de showman (decirle a Pelé que vaya al museo y que Platini es un francés que le gusta siempre destacar por su condición de francés es, cuanto menos, genial). Pero el Diego (quien me ganó al pisarle un pie con la rueda del coche a un periodista y gritarle: ¡Pero qué boludo que sós! ¿Por qué ponés el pie debajo de la rueda, viejo?) no ha sabido formar un equipo de fútbol con tantas individualidades (suena a tópico, lo sé). El ruido de los argentinos, aficionados aguerridos, después terminó por crear el estruendo de la caída de su selección (que no se merecía perder por tanto, pero su caída era lógica). Si Argentina (Argentina como país, como idea, como nacionalidad, como savoir faire, como selección, como algo, como todo) se calmase, pensase, rumiase, razonase un poco más de lo que ya razona, sería imparable. Lástima que Argentina tenga alma de artista y se entregue tanto a las pasiones y tan poco a las razones.

Alemania. Löw es un gran entrenador, parece un típico snob berlinés, aunque metido en un banquillo de fútbol. Y su selección me recuerda a la francesa del ’98. Esperemos que en el futuro no caiga en el mismo conflicto racial que ha emponzoñado a Francia.

viernes, 2 de julio de 2010

El 10 de juliol de 2010

Dissabte 10 de juliol de 2010 es fa una Manifestació, amb ema majúscula, per a defensar l’Estatut d’Autonomia de Catalunya redactat el 2006 i establert per les Corts Espanyoles com a Llei Orgànica de l’Estat. El Tribunal Constitucional, que ha de vetllar per la seva constitucionalitat, no s’hi va oposar, fins que va rebre el recurs d’un partit polític i del Defensor del Pueblo.

Retallant, encara que sigui una mica, la voluntat de Catalunya, la seva llei de lleis, retalla al poble català, en totes les seves vertents. La més important: l'econòmica.

L’Estatut del 2006 va néixer després de que els polítics de la nostra nació (i parlo de Catalunya) fessin molt soroll i després pactessin. El greu problema del nostre Estatut, parit pels nostres polítics, no és l’Estatut en sí mateix, como molts demagogs poden vociferar aquí o les terres ermes de Castella. El greu problema d’aquesta llei de lleis és que es va fer amb masses amenaces, algunes pròpiament catalanes i d’altres que ja eren foranes. Va néixer amb soroll, massa soroll, i així es va deslegitimar a ulls d’una ciutadania que ja des de la Transició no es mobilitza, o es mobilitza massa poc (en comparació amb altres països més democràtics): la participació al referèndum fou menor al 50 per cent, i en un tipus de llei així, la participació ha de ser molt major a la del 70 per cent. Una societat democràtica ha de ser principalment cívica. Catalunya és, segons alguns experts, la societat més democràtica d’Espanya, i per tant la més cívica de l’Estat, però no va tenir la voluntat cívica suficient per a donar-li legitimitat total bàsica, des del principi, des de l’origen, des de l’acte “constituent” de l’Estatut ’06, des del referèndum. No ens enganyem, l’Estatut en sí va néixer amb achaques, como es diria en castellà. Després, a Madrid els nostres polítics, els catalans, no van saber posar-se d’acord en defensar-lo.

La llei de lleis catalana, un apèndix de la Constitució de 1978 (perquè si no ho fos, Catalunya seria un estat independent), ha estat maltractada. La veritat és dura, mai agrada, i si ha fracassat és també per culpa nostra, dels catalans. Els nostres polítics, no ens enganyem, sempre voldran veure aquesta llei de lleis com una criatura pròpia, i de fet ho és, perquè va ser la classe política que va voler la millora de l’anterior Estatut, de 1979. Ara tenim la oportunitat que la Manifestació sigui una gran mobilització del poble de Catalunya, emprenyat, menyspreat, contra els propis polítics: la classe política no s’ha de fer propietària d’aquesta manifestació. He llegit als diaris que per una banda ERC no desitja que es col•loqui cap bandera europea; per altra banda, el PSC rebutja el lema “Tenim dret a decidir”; CiU preferiria no posar-se al costat dels socialistes, i la família Pujol-Ferrusola intenta que la Manifestació es vegi com un acte anti-tripartit (que de retruc seria anti-Generalitat). El Partit Popular, per la seva banda, en la seva línia, amb voluntat de marginació a Catalunya per la seva condició de representant de la dreta pura castellana (o com dirien els anglesos, the primitive Spanish conservativeness).

Els sindicats han dit que hi assistiran. Les patronals esperen temps, però si no s’hi presenten obriran també un dilema social: “obrers catalans contra patrons espanyols?”

Aquesta Manifestació ha de ser històrica: tenim una oportunitat d’or per a fer-nos sentir com a poble cívic i civilitzat; no hem d’anar contra un país, Espanya, ni contra un Govern, el tripartit, o contra un govern que per molts és cada cop més aliè (l’Espanyol). Hem de manifestar la nostra voluntat d’existència, de rebuig a una idea autoritària que ve des dels muetzins de Madrid (ciutat que, si volgués, seria molt més simpàtica a ulls nostres).

Proposo que la Manifestació presenti milers de senyeres i banderes europees. Que les quatribarrades i les blaves-amb-estrelles ondegin per tota la marea humana que pot ser rellevant pels anys que vindran. Ha de ser una Manifestació històrica. Encara falten vuitanta anys per a que s’acabi el segle XXI; esperem que l’any 2100 vegin com aquesta Manifestació del 10 de juliol posà els fonaments per alguna cosa millor per a Catalunya.

Ara hem d’esperar la sentència completa. I veure què passarà abans i després de la Manifestació. El temps ens dirà si tot aquest soroll ha estat un fracàs o una mena de triomf.

viernes, 11 de junio de 2010

Sobre Los Simpson

De todas las series animadas para público adulto que se dan en la tele, Los Simpson es seguramente la mejor de todas. Ideada, creada y parida por un filósofo, Matt Groening, Los Simpson ha sabido parodiar toda la sociedad estadounidense y, de rebote, toda la sociedad occidental. Ahí radica la grandeza de esta serie. Cuando vemos las burradas de Homer, o las mojigaterías pedantes pero necesarias de Lisa, o las cabronadas de Bart, o las preocupaciones de Marge, o el chupete de Maggie, o la obsesión maternofilial del director Skinner, o el alcoholismo endémico de Barney Gamble, o la sociopatía de Moe, o la amargura de las señoritas Krapappel y Hoover, o el fanatismo religioso de Ned Flanders, o la incompetencia del jefe Clancy Wiggum, o la corrupta política del alcalde Joe Diamond Quimby, o las frustraciones del actor secundario Mel, o la rabia del actor secundario Bob, o el asco por la vida de Krusty, o el tabaquismo de Patty y Selma, o la lameculonería de Smithers, o el demonio que hay en Charles Montgomery Burns, o al timador Apu, o a la bravuconería del desgraciado Nelson Muntz, o a la estupidez social de Martin Prince, o al repipi de Milhouse Mussolini Van Houten, o al guarro Willie el jardinero, o todos (toditos) los invitados que han pasado por la serie desde los presidentes Reagan a Obama, cuando nos reímos con todos ellos vemos los estereotipos que nos envuelven y que, por algún hecho de nuestros tiempos, se han convertido en algo inherente a nosotros mismos.ç

Los Simpson son un conglomerado de personajes animados que conforman una obra de arte con el mismo nombre: The Simpsons. No hay más.

Es una serie cruel que quiere ser cruel y que, regocijándose con esta crueldad, pretende que nos riamos de la victima de dicha crueldad: nosotros mismos. La sociedad occidental en general. Springfield, ciudad sin estado pero con nación (los U.S.A., como canta a veces Homer en pleno patriotismo esporádico), es un simposio de personas, caracteres, almas que han entrado de lleno en la cultura pop y que la gran mayoría conoce desde hace ya casi veinte años. Y los que siguen.

Homer es un idiota. Punto. Un sumo, pleno, absoluto y total idiota, un imbécil. Esta es su gran desgracia, pues a partir de esta suya idiotez es machista, mal padre, egoísta, glotón, borrachuzo, gandul, intelectualmente deficiente y muy gracioso. Así, su mayor desgracia, la idiotez, es también su mayor virtud: no se preocupa por el futuro, es un ingenuo empedernido y el pasado no siempre le es importante: para él solo está su presente, su felicidad (algo que, por su desgracia, viene acompañado por las vidas de sus tres hijos, su padre, su esposa, sus cuñadas, su suegra, sus colegas, en definitiva, su familia). Homer tiene una némesis: Frank Graimito Grimes; némesis que el mismo Homer, sin saber, se quita de en medio. Su némesis dura un solo capítulo y el hijo de la misma, otro también. Pero Homer tiene un montón de enemigos: su hijo, Ned Flanders, su jefe, su padre, sus cuñadas, a veces su mujer, sus mismos colegas (porque Homer no tiene amigos, sino “colegas” de parranda, de trabajo, de circunstancias), su reverendo, Ned Flanders otra vez, Homer J. Simpson, el niño alemán con tetas, su familia en general, la mafia, el ex presidente George Bush Sr., su hermano bastardo, etc. Por tanto, el antihéroe Homer se convierte en un héroe contemporáneo que hace unos meses ha sido aclamado por Time como el personaje más influyente de los últimos veinte años.

Marge, quien lleva el mismo apellido que Jacqueline Bouvier (first lady de JFK), es una esposa paciente, tranquila, de moño trabajado, de belleza madura, amante de su familia… un todo que la encierra en una jaula de la cual, en más de un capítulo, ha querido salir mediante ataques de histeria o voluntades de trabajo esporádico, pero que al final siempre (siempre, siempre) vuelve a su jaula, a su casa, a su familia, que depende de ella en todo. Marge es la casa de los Simpson.

Lisa es una intelectual brillante, vegetariana, budista, animalista, progre, marginada, pedante y muchas veces insoportable, aunque guapa (y que llega a estar buena de mayor) que prepara un futuro, sin saberlo, de presidenta de los Estados Unidos (o como Bart la llama, “una funcionaria”) a pesar de los obstáculos que su existencia le repara. Lisa es una superviviente nata. Es la heroína de la familia, junto a Maggie, el mejor personaje de todos, quien solamente ha dicho “papá”, una sola palabra una sola vez en veinte años de serie. El silencio apañado, espabilado, valiente, astuto y tranquilo de Maggie es lo mejor que tiene la serie. Aunque por culpa de este silencio Homer a veces se olvida de Maggie (a quien llama “el bebé”) y la familia no se da cuenta de que la nenita es una amante de las armas de fuego en potencia. Bart, el cabrón, El Barto, es la definición de gamberro en todas sus facetas. Es el Nietzsche Simpson. Es el más cruel de todos y el que, gracias a su recurrente cerebro repleto de genialidades gamberras, supone una continua prueba de fuego para su padre, de quien a veces imita la idiotez.

Otros personajes merecen mención especial. El abuelo Abe (Abraham J. Simpson) es un facha maccarthista redomado, nostálgico de Ike Eisenhower y de sus batallitas en la Segunda Guerra Mundial, machista (es la principal razón del descarriamiento flower power hippioide de Mona Simpson) y origen de la idiotez de Homer. Hay una escena que a mí me parece sublime: Homer de niño que mira la tele en blanco y negro y en ella aparece el presidente Kennedy que le contesta a una periodista: “Permítame, querida, que le responda a esa pregunta con una sonrisa”, a lo que todos los corresponsales sonríen, tan enamorados del presidente como cualquier conciudadano americano en los primeros ’60, Homer incluido. Seguidamente, Homer se acerca a la cocina, donde solo vemos las piernas de su madre, y a su padre, sentado y leyendo un periódico, y le dice ingenuo a su mamá: “Mírame, má, soy el presidente Kennedy”. “¿Tú presidente?”, interfiere Abe. “Este país se ha dotado de leyes que impidan que tontos como tú lleguen algún día a ser presidente”. (Y esta escena da qué pensar, pues es muy anterior a que George W. ganara dos veces la presidencia de aquél país). Abe es también un idiota, aunque viejo, chocho, gagá, que recibe la rabiosa venganza de su hijo en el abandono al que se le obliga en el Castillo del Jubilado de Springfield. Abe, como Homer, solo tiene colegas: Jasper y el Viejo Judío Norbert (el que en un episodio canta con los pantalones bajados: “esta yegua no es mi vieja yegua gris, no es mi vieja yegua gris…”).

Otro personaje especial es el señor Burns, un hombre de ciento veinte y algo de años que se reúne con nazis, terroristas de Al Qaeda, el diablo, guerrillas latinoamericanas y el Partido Republicano de Springfield, todos exponentes del mal en la serie. A pesar de su malicia, Burns es débil, y se sustenta en la vida que le da y le ofrece sin rechistar Wailon Smithers, su perro faldero que lo ama y lo desea. En la misma planta nuclear que crea peces de tres ojos está Lenny Leonard junto a Carl Carlson, siempre juntos. Y en el centro comercial, con el Zurdórium de fondo, está Ned estúpido Flanders, alter ego de Homer y una figura que tanto sigue a Dios cuanto Dios se lo quiere sacar de encima sumiéndolo en la tristeza (por ejemplo, dejando que Homer sea 90% culpable de la muerte de Maude) Flanders, con sus dos hijos mariquitas, es necesario para los Simpson, pues les recuerda que existe una ética, una moral cristiana indeleble del being American.
Aunque lo mejor de todo es que en cada ciudad, en cada comunidad, hay personas muy parecidas a los personajes inventados por Groening. En Barcelona, por ejemplo, Quimby tiene a su hermano gemelo gobernano la ciudad condal con el mismo savoir faire corrupto.

martes, 1 de junio de 2010

Hartazgo

Estas son palabras escritas desde el enfado, la desilusión, el cabreo más desesperanzado, la rabia, casi la ira, casi el odio; el sumo hartazgo a un sistema de Cosas en la ciudad de Barcelona que no hace más que alimentar este hartazgo tan irracional e instintivo. Estas son palabras escritas desde las emociones y los sentidos de dicho hartazgo irracional.

Los ciudadanos de Barcelona deberíamos aprender de los franceses.

En Francia, cuando algo no va bien, cuando algo no les gusta a sus ciudadanos, éstos queman coches, hacen revueltas, la lían parda, se revolucionan, causan destrozos que simbolizan su histeria hacia su clase política. Nosotros los catalanes, apocados, tranquilos, pacientes, trabajadores, ahorradores… debemos aprender de los franceses o de nuestros antepasados, igualmente catalanes: debemos revolucionar Barcelona y sepultarla en una nueva Semana Trágica para el Siglo XXI. Debemos cortarles la cabeza a todos nuestros políticos y clavarla en estacas, y éstas clavarlas en la Diagonal, una tras otra, sangrantes y símbolos de nuestro hartazgo.

No es de recibo que un Ayuntamiento posea una propia administración pública (local) que se gaste dinerales aparentemente inexistentes en un bodrio pseudodemocrático como el autorretratado “referéndum de la Diagonal”. Primero no se quisieron publicitar las otras opciones, luego se englobaron todas en la Opción “Ninguna de las dos anteriores” (denominadas A para “opción bulevar” y B para “opción rambla”), más tarde no funcionó el sistema de votación, después el alcalde y sus camaradas quisieron que estas deficiencias tan normales en un país hispano no se publicitaran ni publicaran, finalmente dicho referéndum ha supuesto un fracaso enorme para el Ayuntamiento, capitaneado por un alcalde seguramente corrupto como lo son todos sus tenientes y allegados. Debemos cortarles la cabeza a los políticos corruptos de esta metrópolis, con cuchillos de cocina y dejando regueros tremendos de sangre por toda la plaza Sant Jaume. Los siguientes serían los honorables del Palacio de enfrente.

No es de recibo que la ya mal pagada, corrupta y corruptora, malmandada y mal gestionada Guardia Urbana de esta urbe se haya convertido en una organización de cobradores del Frac sin endeudados: por cada pequeña, la más ínfima, infracción que pueda hacer un particular, a éste se le interpone una multa. Antes no había multas. Antes todos podían mear, cagar, desnudarse, hacer fechorías por la calle sin que una regulación les parara tales voluntades. Hasta que el Partido Soviético de Catalunya, treinta años gobernando su capital, vio que se les iba de las manos la fachada cool de la ciudad y decidieron cortar por lo malo (antes que por lo sano) con una serie de ordenanzas ineficaces e ineficientes que aún hoy sirven solamente como un reglamento de hacienda pública. No se trata de reeducar o de rehabilitar delincuentes, no se trata de apartar a los criminales para proteger a la ciudadanía. Se trata de imponer coactivamente la necesidad del Ayuntamiento de engrosar un propio Tesoro deficitario, corrupto. Deberíamos quemar el palacio del Ayuntamiento y colgar al delegado del Gobierno central en el balcón principal. Los ciudadanos debemos castigar a nuestros representantes para darnos cuenta que hasta nosotros, los representados, somos corruptos: porque dejamos que los corruptos que nos representan sigan en sus cargos. Debemos sacrificar a nuestros representantes, a todos, para expiar nuestras culpas. No debemos dejar un solo político con cabeza.

No es de recibo que ninguno de nuestros políticos presente la más mínima pulcritud moral con y hacia sus representados. Si el alcalde es un rechoncho y sudoroso monigote en manos de la ineficiencia hecha política (léase ICV-EUiA, un partido que impone una imagen dictatorial sobre lo que debe ser considerado progre, cool, guay y chuli, un partido que ha impuesto la dictadura de lo políticamente correcto en todas las vertientes de la sociedad para que desde los poderes públicos se pueda controlar mejor a la misma desde los medios de comunicación, corruptos y que han vendido sus almas periodísticas al diablo, un partido heredero del comunismo más totalitario y que monopoliza el neodenominado ecologismo), si el alcalde de la ciudad es un pobre ser, típico hombre de partido, descolgado de la ciudadanía, aislado en y por la voluntad de las ideas del Partido Soviético de Catalunya, el principal jefe de la oposición de la política barcelonesa es un hombre mayor, de mucha experiencia política del pasado pero sin la voluntad de cambiar en el futuro, en resumen un hombre sin futuros, acompañado por un exponente del partido ademocrático del tradicionalismo conservador más recalcitrantemente españolista cazurro y de un traidorzuelo más de tres al cuarto que se presenta como jefe de lista de un partido que anhela la independencia de la nación catalana pero que a la mínima abandona sus ideales más básicos para agarrar, ni que sea por unas semanas, el Poder. Todos ellos deben perder sus cabezas y ser exhibidas al mundo entero. Que vean nuestro hartazgo.

No es de recibo que las empresas públicas de la ciudad se corrompan con tanta facilidad. Corrupción moral, económica y social. Finalmente, política. Por ejemplo, no es de recibo que en estos momentos de crisis los sindicatos del taxi sean tan poderosos, con unos taxistas cada vez más desbocados e irrespetuosos; no es de recibo que éstos no sean bien representados ante el Ayuntamiento y que éste los trate con indiferencia; no es de recibo que tal colectivo lo pague con la ciudadanía; no es de recibo que estos trabajadores contratados se conviertan, en la práctica, en funcionarios. No debemos cortarles la cabeza a éstos, sino que debemos utilizar sus coches amarillo y negro para cercar el barrio viejo y crear barricadas. Su hartazgo nos vendría de ayuda, como el de los demás trabajadores del ramo (conductores de metro, tram, bus) y sus medios.

No es de recibo que los funcionarios municipales se conviertan en seres antipáticos y maleducados e ineficaces. Debemos cortar la cabeza de un centenar y enviarla por correo urgente al Ministerio de Administraciones Públicas. Saldrán los tanques y se desplegará la Legión, pero nos comeremos sus cabras.

Ya veo la manifestación del hartazgo. Todos llevamos antorchas por las principales calles de Barcelona. Desde la Gran Vía, desde la Diagonal, desde el paseo de Gracia, desde todas las rondas, desde la Meridiana, marchamos hacia la plaza de los poderes nacional y ciudadano y la quemamos. Ceniza. Buscamos a nuestros políticos, casa por casa, y les cortamos sus cabezas, nos manchamos de sangre, nos ensuciamos la ética, nuestras almas dejarán de ser las mismas, pero nuestras estacas con aquellas cabezas clavadas simbolizarán nuestro hartazgo hacia nosotros mismos, simbolizarán nuestra vuelta, los ciudadanos de esta ciudad volverán a ser ellos mismos. Pero antes debemos cortarles la cabeza a nuestros políticos y que el mundo entero vea cómo el hartazgo se vuelve locura.

martes, 18 de mayo de 2010

La liga de los 99 puntos y del villarato

¡Por fin ha terminado la Liga! Así me siento: aliviado porque ha acabado una liga demasiado larga. Bonita pero envenenada. Por los medios, y más que antes. Y sobre todo, por los medios de comunicación afines al Real Madrid CF, es decir, la gran mayoría de los medios de comunicación españoles.
Los barcelonistas hemos tenido que aguantar una presión inenarrable, repleta de arrogancia, prepotencia, mala fe, malas intenciones, tramposa, una presión que embestía cual toro de lidia, una presión de esas que te hacen dudar del deporte rey, porque ha sido una presión que ha contaminado el colectivo arbitral de por sí, debilitando al débil (el árbitro español), molestando al mal actor de los partidos (“mal actor” entendido como antagonista, como persona non grata) y convirtiéndolo en pésimo actorzuelo, vilipendiado por doquier: el barcelonista desconfía del árbitro, de por sí, solo por la historia culé, que nos enseña desde pequeños cómo muchas decisiones arbitrales “extrañas” nos han “quitado lo que nos merecíamos”. En esta liga de los 99 puntos, el árbitro no solo ha recibido la desconfianza de los culés –una desconfianza que a veces raya el victimismo agresivo pero que no deja de ser beneficiosa para el Fútbol Club Barcelona, pues mientras el colectivo arbitral presente las características que sigue presentando, sin casi cambios desde hace años, también por culpa del inmovilismo de la Federación Española de Fútbol, los barcelonistas podremos seguir diciendo que los árbitros no nos quieren bien–, sino la inmensa desconfianza (e ira) del madridismo mediático y mediatizado. Lo que se le llama “villarato” y que no ha sido, a mi entender, nada más que un aviso al árbitro: ayudas a la persona incorrecta, te estás equivocando al ayudar a quien no tienes que ayudar. Personajes ya públicos de los futboleros como Eduardo Inda y Alfredo Relaño, directores de Marca y As respectivamente, se han portado como hooligans comparado con el señorío merengue tan estimado por el mismo madridismo. El villarato les ha sumido en un mar de lodo del que difícilmente podrán salir. Y éste mar de lodo es la deslegitimación completa, total, absoluta, de sus títulos de periodismo. Ni Inda ni Relaño son ya periodistas, no pueden ser considerados como tales desde esta temporada futbolística 2009-10, y por lo tanto ellos dos, y muchos otros –incluidos muchos periodistas culés–, no deben ostentar sus títulos profesionales.
Al terminar esta liga me quedo con lo siguiente. Del Barça, me quedo con san Pep y su capacidad de liderazgo. Mientras él sea el líder del primer equipo, armonía. Me quedo también con el final de la era Laporta, bañada en cava del Luz de Gas, y con las elecciones a la presidencia, un ejemplo de civismo que engrandece al club blaugrana.
Del Real Madrid me quedo con su temporada alucinante. Flipante. Porque jugando como ha jugado, con un estilo más rácano que bello, pero muy efectivo, muchísimo, con una garra hace decenios inimaginable, con una lucha sin igual para ganarlo todo, ha llegado a su récord de puntos, 96. Con un CR9 que, por muy chulo y ciclista que sea, es un placer verlo correr por el campo. Me quedo con Manuel carapalo Pellegrini y su guerra fría con la directiva, que no le quiere; con las burradas que puede llegar a decir Sergio Ramos; con el fabuloso Higuaín –si lo venden, son tontos; así de claro–; con su mundillo, al fin y al cabo, que nos da de comer siempre que vomitan esperpentos dignos de Valle Inclán, como el Alcorconazo (palabrota bestial pero hermosa para los no madridistas) o las estupideces de sus periohooligans.
De los demás, me quedo con que no han sabido compaginar esta nueva Liga desequilibrada: demasiado desequilibrada. Ésta no ha sido una liga ejemplar: tras el Real de los 96 puntos, está un tercero, el Valencia con 71 puntos, seguido del Sevilla, un cuarto con 63. La crisis económica y financiera ha sumido a los demás clubes deportivos españoles en una situación que los devuelve, por lo menos económicamente, a los años noventa del pasado siglo (o quizá más atrás: ha habido involución). Ya no valen, nunca más, las políticas de cartera, sino que deben volver las políticas de cantera, o por lo menos primarlas ante las de chequera. (El Madrid Florentiniano seguirá poniendo dinero, ya que por una parte lo gana gracias a su gerencia empresarial, y por otra lo gana porque los amigos de Caja Madrid se lo da). No es bueno tener una liga a la escocesa, ya que la deslegitima y la oscurece. Veremos cómo será la 2010-11.

miércoles, 21 de abril de 2010

Con 52º

Esta es una de las anécdotas que iré comentando sobre uno de los viajes más extraños que he vivido jamás. Para más inri, lo viví con mis padres y mi hermana, creando una sopa de cultivo italocatalana en perenne estado de sofoco y paranoia. El hecho fue simple: en agosto de 2008 se nos ocurrió hacer un viaje por lo ancho y largo de Marruecos, un país tan distante como cercano a Europa. Y vivimos cientos de aventuras, que con parsimonia y paciencia voy recordando. Así, y gracias a la perspectiva que me brinda la memoria, contaré cómo vivimos nuestra peripecia en Errachidia y Erfoud. Son las mismas puertas del Sahara. Un páramo eterno de arenas grises, blancas, rosas, naranjas y amarillentas, quizá también ocres, con alguna que otra roca o roquita. Y en medio, algún fuerte del ejército o algún pequeño oasis, no sé aún si verdadero o fruto de mi imaginación paranoica y débil.
Errachidia y Erfoud son dos enclaves militares en la frontera sureste de Marruecos con Argelia. Por lo visto, esos dos países del Magreb no es que se lleven muy bien, así que están como los USA y la URSS durante la Guerra Fría, en perenne estado de amenaza. Nosotros, sin embargo, no conocíamos dicha situación. Cuando llegamos a Errachidia con el autocar –lleno de españoles de todas las clases y rincones de la península– aún no nos habíamos dado cuenta de que afuera nos aguardaba un buen calorcito, puesto que dentro del bus nos encontrábamos a 28º. Cuando empezó a bajar la gente, vi desde el interior del autobús cómo las diferentes personas chocaban sus reniegos contra Dios y los Santos, cagándose en el puto calor y en los pocos moros que por ahí circulaban.
El caso fue que paramos al lado de una supuesta cafetería: una casa con una terracita para 20 personas, hecha de adobe, con toldos, y una ristra de sillas con hombres sentados, vestidos con sus chilabas y mirando inexpresivamente a los turistas catetos aguantar el calor. Ellos, los paisanos, parecía que no sufrieran. Yo, mientras tanto, ya me había vestido con una camiseta blanca sin mangas, y me había puesto un gorrito blanco llamado kebbah: así pasaba desapercibido entre los moros. Cuando nos sentamos en una mesa, el maitre –un hombre encajado en bigotes negros y grises– me dijo algo en árabe-marroquí, creyendo, como muchos otros, que era uno de los suyos y que debía ayudar a los demás camareros, hasta que mi padre le avisó en francés de que yo no era moro, sino el hijo de la señora pelirroja (mi madre) y el hermano de la chica rubia (mi hermana).” Me disfrazaba de moro para pasar desapercibido y no tener que aguatar a los vendedores ambulantes. Cuando el maitre nos trajo las coca-colas, mi madre me miró con la misma expresión que los hombres sentados en la carretera (como si vieras telebasura, sin expresión alguna en la cara pero que en realidad estás estudiando, escrutando, detenidamente lo que están propiamente mirando), estuvo un largo rato fijándome, y finalmente susurró, creo que mareada por el tremendo calor sofocante de 52º del desierto: “Hijo de pelirroja y hermano de rubia, tú con piel de aceituna y estas pintas de pobrecito”. Acto seguido, tomó un sorbo infinito y se desplomó en la silla. Cuando te paseas en un mar de arenas a cincuenta y dos grados Celsius tu cerebro se te achicharra, literalmente, como si el alma quisiese escapar del cuerpo que se abrasa, y comienzas a ver (y verte) extraño, en un sueño, o en una historieta sin moraleja.

lunes, 15 de febrero de 2010

Política Ficció Catalana 2010

M’animo a fer una miqueta de política ficció. Què passarà després de les Elecciones autonòmiques catalanes de l'estiu/tardor (encara no s'ha decidit) d'aquest 2010?

CiU i la bassa d’oli. A la tardor hi ha eleccions autonòmiques. Es presenten CiU, PSC, ERC, ICV-EUiA, PPC, Reagrupament, Ciudadanos y UPyD. Guanya CiU per majoria absoluta; el seu candidat, Artur Mas, és investit president de la Generalitat, y al Parlament català entren PSC, Reagrupament i PP. ICV-EUiA i ERC acusen la seva falta de savoir-faire a l’hora de governar durant els set anys de coalició tripartita, caient del Parlament, quedant-se el PSC com a única força d’esquerres (o centre-esquerra), el PPC com a única força anticatalanista, i Reagrupament com a única força independentista. (Aquesta és, penso, la millor solució. Una bassa d’oli).

CiU es casa amb ERC. CiU guanya les eleccions per majoria simple i el cap d’ERC, atemorit pel que puguin pensar els seus votants i/o militants, accepta fer un govern de coalició amb CiU.

Laporta president. Havent-se presentat en Joan Laporta com a presidenciable per Reagrupament, o per un altre partit (diguem-li Partit Laportista, Força Laporta o Visca en Jan), CiU i PSC queden empatats en escons, quedant com a clau de volta en Joan Laporta, qui al final queda com a president amb un Govern format per CiU+PSC. Durant 4 anys la sociovergència laportiana aconsegueix molts èxits per al país i al 2014 en Laporta guanya les eleccions per majoria simple, formant govern amb CiU. Les pressions mesetàries no es fan esperar; el president Laporta convoca una cimera catalanista i es decideix denunciar aquestes pressions a les capitals de la Unió Europea, Brussel•les i Estrasburg. Finalment, Laporta fa un referèndum d’independència amb el beneplàcit de la UE, guanya el sí, i proclama la independència. A partir d’aquí, s’obren dues vies:

Supòsit optimista. La UE accepta la nova República Catalana com a nou Estat membre, obliga a Espanya a acatar la nova realitat i finalment es decideix formar el nou estat, patint cert terrorisme espanyolista i antiespanyolista que, amb el pas dels anys, s’aplaca.
Supòsit pessimista. Espanya rebutja la decisió de la UE i, sense sortir del club europeu, declara l’estat d’excepció a Catalunya, traient els tancs, utilitzant l’exèrcit i segrestrant la Generalitat. Comencen disturbis entre independentistes i unionistes, fins a arribar a una guerra. La UE intenta calmar els ànims, però no ho aconsegueix i Espanya declara que surt del club europeu, intensificant la força militar sobre Catalunya. Euskadi i Galícia es queden al marge i des de Madrid, un govern d’unitat presidit per un militar fidel al monarca, busca reintroduir Catalunya dins Espanya amb la força, fins i tot prometent noves constitucions més autonomistes, per a acontentar, sobretot, els europeus.

També pot passar que Laporta es presenta, no guanya, i tot queda en un deliri. Una altra visió de Laporta president és que Reagrupament (o el Partit Laportí. qui entén els sobiranistes d'aquest país?), contra tot pronòstic, guanya les eleccions de 2010 per la mínima, quedant CiU segona a dos diputats, PSC tercera a deu diputats, i PPC quart, acabant amb ERC, ICV, PxC, UPyD i C’s amb pocs diputats. Laporta, el nou president, havent format govern amb CDC (perquè UDC marxa, no vol saber-ne res dels sobiranistes) veu com l’arc parlamentari queda molt fragmentat: R.cat+CDC, PSC, PPC, ERC, ICV-EUiA, PxC, UPyD i C’s. Laporta intenta sumar forces per a fer un referèndum d’independència, i aquí s’obririen les caixes dels trons, trobant els dos supòsits anteriors.

La Sánchez-Camacho lideresa. Ningú s’ho imaginava, però el PPC sorprèn (i se sorprèn) i guanya les eleccions per poc marge, fa govern amb el PSC i busca:
• Ser conseqüent amb la seva tasca de governar Catalunya i tocar els nassos als bèsties mesetaris sempre que la consciència catalanista els hi ho demana.
• Malbaratar l’Estatut de 2006 i crear descontentament polític al país.

Montilla i un Tercer Tripartir. CiU se sorprèn al veure que el PSC aguanta tot i que ICV i ERC baixen en diputats, però poden tornar a fer un nou tripartit, el Tercer. Aquí s’obren dos nous supòsits:
• Neix un nou tripartit sense cridòria i durant 4 anys les coses funcionen correctament, mentre que a CiU es busca substitut per a en Mas, el gafe.
• Neix un nou tripartit, però CiU està fins els nassos de que li robin la cartera i munta un sarau mediàtic al•lucinant, ajudada per les forces mediàtiques mesetàries, que en poc temps aconsegueix malbaratar el tercer tripartit espantant ERC, que no vol una nova sangria de vots i escons, i ICV, que no vol quedar sempre com l'únic antagonista. El tercer tripartit cau i es fan eleccions anticipades.

Pentapartit. Entren al Parlament CiU, PSC, PPC, R.cat, ERC, ICV, PxC, UPyD, C’s, Laporta. Cap força política té la majoria necessària per fer govern monocolor, ni fent unions entre dos o tres partits s’assoleix la majoria. Així que es decideix fer un govern “catalanista” de cinc partits (CiU, PSC, R.cat, ICV i PxC) que en pocs mesos acaba fallant per culpa del desgovern, la ineficiència, la ineficàcia, la corrupció i les crisis econòmica, social i política.

Sociovergència. S’uneixen CiU+PSC.
Versió bassa d’oli: Tot funciona correctament fins al 2014.
Versió olla de grills: Per afany de protagonisme, els dos partits dinamiten la coalició.

Millet torna amb Núñez. Fèlix Millet i Josep Lluís Núñez es presenten pel Partit Nou i guanyen per majoria. En Núñez presideix la Generalitat i en Millet el Parlament. Quatre anys després cadascú posseeix un palau de Versailles propi en cada capital de vegueria.


Si a algú se li acudeix alguna política ficció catalana més, que l’apunti.

martes, 2 de febrero de 2010

Los Fumadores Fuman Afuera


Yo no soy fumador. Hacia los 14 años, si no recuerdo mal, caí en la categoría de fumadores que fuman para sentirse algo fumando; eran momentos de típica desorientación adolescente y yo más que un adolescente de 14 años parecía aún un niño de 10. El caso es que durante unas semanas me quise hacer el chulito fumando, tragando humo y probando, hasta que, tanto porque los compañeros de clase se reían de mí (“fumar no va contigo, no es propio de ti”, era su reflexión) como por el asco que me hacía fumar nicotina, alquitrán, tabaco y otras químicas, aparqué esa moda y decidí que de fumar, algunos porros, que eran muy, muy pocos. Fumaba alguno cada tantos meses, hasta que recalé en Ámsterdam a principios de 2007 con unos amigos que hice en Inglaterra y allí fumé mis últimos cigarrillos de cannabis sativa. No sé por qué será, pero al dejar Ámsterdam y volver primero a Cambridge y luego a mi ciudad natal, no he vuelto a probar el humo, al menos de forma activa, pero sí de forma pasiva. Ahora me confieso defensor de la Ley Antitabaco.

Hablar de esta ley no contempla solamente el hecho de promover una continuada publicidad para relacionar al fumador como mala persona, antagonista de la sociedad. El fumador, la persona que tiende a comprar una cajetilla de cigarrillos al día, a la semana, cada tanto tiempo, tiene todo el derecho individual de hacerlo legítimamente: si aquélla es su adicción, legal, debe ser respetada. El problema comienza cuando este derecho individual se convierte, por parte del principal actor, el fumador, en un deber egoísta: su derecho de fumar activamente socava el derecho de no querer fumar pasivamente, pero mientras el fumador tiene, o siente que tiene, derecho a fumar, el no fumador siente que se le priva su derecho a satisfacer su voluntad de no querer perjudicar su salud. No me pondré a hacer una lista de todos los problemas que conlleva el tabaco, sea el industrial (el fabricado y vendido por empresas tipo Camel, Malboro o Ducado) o el de confección personal (aquél que se basa en fabricarse los propios cigarrillos a base de papel de arroz, filtros y tabaco de liar); pero según los expertos, los médicos que estudian esta adicción, las dos formas de tabaco son perjudiciales y atentan contra la salud tanto del fumador activo como del pasivo. El mito urbano que los fumadores de tabaco de liar proclaman sobre que su bendito tabaco es más puro y por tanto más sano y limpio es, cuanto menos, falso. Es una mentira. El tabaco, de liar o no, tenga o no alquitrán, nicotina u orégano, proviene de la planta nicotiana tabacum, la nicotina, una sustancia natural adictiva, como la hoja de coca, la destilación de cereal o frutas, la marihuana o incluso la cafeína (de la que aparece el café). La hoja de coca, al masticarla, no te engancha a ella y después debes estar masticándola siempre, pero su mal uso, su transformación en polvos de cocaína, sí pasa a ser explícitamente nocivo; igual pasa con la nicotiana tabacum: la planta en sí, masticada, no da más de sí, pero su sustancia, la nicotina, el tabaco que todos conocemos, aumenta su potencial adictivo; también el mal uso de esta planta conlleva un mal uso de la salud.

La Ley Antitabaco establecida por el Gobierno Zapatero en 2005 es insuficiente, tal y como lo ha expresado la Unión Europea, que ha instado al mismo gobierno a revisar dicha ley y equipararla a las leyes antitabaco de toda la UE, la primera en desear tal regulación. La Ley Antitabaco española prevé, desde 2005, que todos los locales de restauración posean un espacio para fumadores y otro para no fumadores; obligó al mercado a acatar una regulación estatal del mismo mercado que les ha ido muy mal: las inversiones de condicionamiento de los locales han caído en saco roto porque en 2010 dicha Ley se ampliará y los fumadores deberán fumar siempre afuera. El humo desaparecería de los bares, los restaurantes, los ateneos. Digo desaparecería, así en condicional, porque la administración pública española es cuanto menos ineficiente e ineficaz, y si se llega a hacer tal Ley, su aplicación será incorrecta, otra vez, y caótica, como siempre. La actual Ley Antitabaco es una ley típicamente española, tanto para Catalunya, como para Andalucía o Galicia, o Euskadi o Madrid, o las Castillas o las islas: es una ley basada en la picaresca y la jeta: quien pueda (condicionar sus locales) bien, y quien no, también.

Ahora bien, la nueva Ley Antitabaco que se quiere adoptar de una vez por todas, por mucho consenso que busquen los dos grandes partidos estatales, será una imposición europea. Se quiera o no. Si se llega a hacer, antes de 2011 los bares, los restaurantes, los ateneos, los locales cerrados, todos ellos, ya no podrán acoger a fumadores, quienes se verán exiliados a la calle o en sus casas. El derecho individual del fumador activo que se pervierte en deber egoísta del fumador activo al fumador pasivo olvidará, por fin, y en su mayor parte, el hecho de pervertirse en deber egoísta para seguir siendo derecho individual: un fumador podrá seguir fumando, pero sin perjudicar la salud de los no fumadores, quienes deberán respetar al legítimo fumador activo allí donde éste pueda fumar. Esta Ley es necesaria y satisfactoria para quienes no fuman. Pero para los fumadores no lo es. Sin embargo, a las administraciones no les importa la opinión última de los fumadores, sino la opinión influenciable de las industrias que sobreviven gracias a los fumadores. Las tabaqueras, ahora más vigiladas y maniatadas, siguen siendo un grupo de presión loable, que ha sabido garantizar su supervivencia juntándose con los lobbies hotelero y restaurador. ¿Os imagináis un bar sin humo? Yo lo sueño. Pero una España, un edificio de barro al secar cuyos fundamentos son los millones y millones de bares, barecitos, baruchos y tabernas que la conforman, una España sin humo será una utopía, siempre. (Ya sé que es un dato estúpido, pero al menos ilustrativo: en la calle Aragón de Barcelona, desde Muntaner hasta Pau Claris, en ambas aceras se cuentas hasta cuarenta y dos bares).

Para terminar quisiera compartir los racionamientos ilógicos de algunos amigos fumadores cuando hablamos de la Ley Antitabaco: ¿y dónde iremos a fumar? ¿por qué se nos quita esta libertad? ¿por qué el Gobierno no puede regular cosas más importantes? Son preguntas que esclarecen la desorientación de muchos fumadores. Porque hay algunos que fuman porque así se lo pide el cuerpo; éstos, aunque parezca mentira, son menos de los que nos podemos imaginar, y los hospitales están llenos de ellos puesto que se declaran a sí mismos drogadictos. La otra categoría es aquella de los fumadores que lo son por valor social: fumar porque se lo pide más su consciencia que su fisiología (como les pasa a los anteriores), fumar porque se sienten más livianos, mejores tanto consigo mismos como con su entorno personal. Las escuelas, las universidades, las familias, las empresas, están repletas de este tipo de fumadores. Sobre todo las escuelas. Fumar por aburrimiento, por hacer algo, no son excusas: siempre queda el deporte, tanto mental como físico. Muchos fumadores por valor social lo son porque son simples vagos, que por mucho deporte que hagan, siempre terminan fumando porque necesitan asegurarse que siguen con ese vicio para seguir sintiéndose fumadores, y por tanto dentro de un cierto entorno específico y personal. Finalmente están los fumadores que lo son por divertimento, porque durante un momento alegre de su vida, un rato feliz en una reunión de amigos o contemplando un buen partido de fútbol en un estadio, o en una playa, fuman tabaco (sobre todo puros) o marihuana. Este es el tipo más educado y más saludable, si cabe, de los fumadores activos: preguntan si no molesta que fumen, y si se les contesta afirmativamente, no fuman; este es el tipo que más respeta. Para saber en qué categoría se encuentra un amigo fumador (si lo es por vicio más fisiológico que psíquico, si lo es por valor social –es decir, por vicio más mental que físico–, o si lo es a ratos contados y por tanto por divertimento) hay que fijarse en lo siguiente: si pregunta antes de fumar en un rondo de mayoría no fumadora, si fuma más de cuatro cigarrillos a la hora, si se jacta de que hace la actividad de fumar, y si tira las colillas al suelo o a la basura. Estos cuatro trucos son necesarios para conocer la intensidad del vicio al tabaco que puede tener un amigo; dependiendo de la intensidad de cada truco, sabremos cuán adicto está del tabaco.

domingo, 24 de enero de 2010

Azione Culturale Still Working There


Os ofrezco dos cuentecillos míos publicados en la web Azione Culturale, una página especial: http://www.myspace.com/azioneculturale.

Cuento corto del marinero y la negra
Cuando sorbes el whisky sientes un gustirrinín como de sauce y cuero, pero con una estupenda pizca de perfume de rosas marchitas que hace que tu garganta sienta pinchos de guindilla. Ésa es la efervescencia del gusto del whisky escocés, de color entre el marroncito casi amarillo y el ocre dorado. El whisky es la bebida preferida de Joe MacLiving, un vecino de la Ciudad Condal de aspecto arisco y tozudo, con alguna que otra verruga en su cara de tapia, con algún que otro cabello blanco suelto en la bola de billar reluciente que le hace de testa, con alguna que otra manchita en sus manos de viejo lobo de mar. Lo más curioso del beodo Joe MacLiving es que, aun siendo un tipo extraño, un bicho raro, un putero empedernido dentro de la lumpernal fauna del barrio chino, aun siendo un hombre con las horas contadas, sigue viviendo la vida trago a trago, sorbo a sorbo, respiro a respiro, suspirando una bocanada de vida fresca en todos los rincones de esta ciudad burbujeante de podredumbre moral.

Joe MacLiving viste, y suele vestir, como un perfecto dandi: zapatos relucientemente negros bañados en petróleo, conjunto de chaqueta roja más pantalones rojos con una camisa blanca como el cielo nublado, y un pañuelo azul eléctrico como sus ojos que pilla las miradas de todas las meretrices veteranas del barrio del pecado. Joe MacLiving está bebiendo el último sorbo de whisky de su vida. Lo mejor de todo es que lo está intuyendo, y desde su rinconcito de su taberna, sentado junto a una vieja radio que lleva siempre consigo, escucha la voz lacónica de una mujer que le habla de vidas y muertes y tristezas y alegrías. Escucha atentamente y recuerda sus quehaceres desde que se marchó de las Américas para recorrer mundo. El viejo Joe MacLiving es un marinero retirado, de esos que nacieron en la mar, de esa gente que pasó de los líquidos placentales a los líquidos salados del océano Atlántico, hijo de una puta cubana y un marinero sidoso del Tennessee. Joe MacLiving ha sido uno de esos hombres que ha tenido muchos hijos y ninguno, muchas madres y muchos padres, muchas amantes (y algún que otro amante). Recuerda el aire frío y fuerte y férreo del Atlántico en sus narices, el sonido bravo y borrascoso del oleaje roto por el casco de la nave, el sonido de las cuerdas, a veces tensadas, otras flejas. No olvida el bochorno del Egeo tremendamente empantanado de islas y rocas y más islas y más rocas; y las aguas gélidas y ásperas de los círculos polares: el silencio de la nada blanca que lo abraza con sus brazos de hiel y sus dedos perpetuamente helados. Hasta que de pronto, en medio de esos recuerdos de viejo, termina su whisky. Siente como la última gota de scotch danza a través de su gola desde el paladar y su lengua de capitán marino hasta posarse en medio de las aguas de su estómago de moribundo.

Contempla aquella taberna oscura de borrachos olvidados por última vez. En la barra el barman centenario, que nació cuando la Ciudad Condal fue fundada, sigue limpiando vasos y cubiertos emponzoñados y polvorientos en silencio y escuchando un tango de Carlos Gardel que suena desde el megáfono sempiterno que se mantiene siempre encendido en el umbral de una rendija que hace de ventana. Las luces semiapagadas del lugar refuerzan la oscuridad anónima de aquella taberna y los borrachos, uno más desgraciado física y mentalmente que otro, escrutan sus alcoholes como si se estuviesen mirando al espejo. Joe MacLiving se va.

Afuera está lloviendo a cántaros. Nadie anda por la calle, el cielo parece una gran cúpula luminosamente blanca que mea pis de ángeles. A su izquierda tiene los enigmas del barrio chino; a su derecha, esa calle de filme que lo puede llevar a los ricos o al mar. La Rambla está a su derecha. Y es hacia la derecha adonde va. Siente como si alguien lo estuviese esperando. En medio de la jungla de agua, sintiendo que a cada paso que da está más limpio, Joe MacLiving ve una figura grande y gruesa y gigantona y negra como la noche. Una mujer de esas que veía en las costas de África. Cuanto más se acerca, más entiende de quién se trata.

La ha visto en casa. En su apartamento apagado del barrio chino, Joe MacLiving ha ido sintiendo cómo su soledad vital se ha ido cerrando para dar paso a una extraña sensación de cómodo compañerío. Mientras desayunaba, lo hacía como si alguien estuviera allí junto a él, mirándole intensamente como un médico estudia a su paciente. En la Rambla está solamente ella, la negra grande, de ojos acojonantemente radiantes, sonrisa de Gioconda y parecer tranquilo. Todo en la negra es placentero. Cuanto más cercano está de la negra, más la entiende, y se comprende a sí mismo. Lejano de la vida, el marinero siente que la lluvia que lo abraza le está saludando, le está haciendo el último amor de su vida. No habría paraíso ni infierno ni menos purgatorio para aquél marinero de putas. Sin recordar su exacta edad y su vida anterior, la negra le extiende su mano derecha con ánimo, invitándole a estrechársela. El agua que siempre lo acompañó, lo envolvió en una marea de mariposas rojas como la sangre, hasta desaparecerlo, dejando en el aire su último suspiro, su último recuerdo, el vuelo del intenso azul eléctrico.




La canción de un hombre que sangraba girasoles
Hay un algodonero de Kansas que canta leyendas sobre un hombre que sangraba girasoles. En Kansas, una tierra plana y verde y casi olvidada, había una cárcel donde residía un hombre de que tenía la maldición de la sangre de girasoles. El canto entona así:

Había de todos un hombre
tan amarillo como los girasoles del desierto,
de ojos oscuros y andares más negros,
de mirada supina y boca de hierro.

Ese hombre de sangre
con girasoles de desierto
no pretendía el amor
ni la prisión
de su bostezo.

Bostezo de soledad,
de hombre alucinado,
acojonado,
anonadado,
por la cantinela de las algodoneras.

En una cárcel de Kansas,
de sangre amarilla al sol,
estaba el hombre triste
de sangre de girasoles
del desierto.

La canción perseguía los guardias de la Kansas State Prison, sus celdas, sus monstruos, sus funcionarios y sus dioses. Todos conocían la muerte que sintió el hombre que sangraba girasoles: como si nada, una vez contó por fin por qué le habían quitado su libertad. No había matado ni robado ni violado ni amado ni odiado ni prácticamente cometido algún mal. El hombre poseía magia, y por ello lo habían confinado en una celda ocre con una pequeña ventana, aunque sin rendijas. Porque le habían dejado la posibilidad de mirar los prados de Kansas, siempre y cuando no sangrara girasoles. Su magia era su sangre, de pequeño ya lo había presenciado: de una herida, no brotaba un líquido deslumbrantemente rojo, sino una confección perfumada de pequeños girasoles que, una vez eran libres, se agigantaban, colonizaban el suelo y volaban hacia el cielo, convirtiendo al herido en monstruo y al daño en alucinación. Su padre, un paleto de chatarra, lo llevó de feria en feria, de carpa a carpa, sacándose unos pavos para poder tomarse el aguardiente colombiano que tanto necesitaba. Enseñaba a las huestes analfabetas y gritonas al hijo que por magia sangraba girasoles, relatando su vida y su soledad. Con un cuchillito le hacía una pequeña herida en el brazo, y obligaba a contemplar la proeza de la naturaleza. Miren a mi hijo, decía a gritos, que sangra girasoles. Miren a mi churumbel, continuaba, que no siente dolor ni pavor. Porque yo soy su padre, terminaba, su único tutor, el que lo ama y le cuida. Entonces sucedían los aplausos, los chillidos de admiración. ¿Es inmortal? ¡Con gusto! ¿No sabe qué es la muerte? ¡Pero si ni conoce el dolor, señores! Y el niño que sangraba girasoles fue coleccionando diminutos cortes en sus brazos y sus piernas durante años y decenios, viendo como su progenitor engordaba, envejecía, compraba algún que otro esclavo en las subastas de los estados sureños, se hacía construir una mansión en las ciénagas de Luisiana y se iba de putas en los burdeles de Atlantic City. La sangre de girasoles se convirtió en sueldo seguro para el paleto que tenía como padre. Hasta que un día, en la casona columnada y blancuzca blanquecina de los cenagales de Luisiana, el hombre que sangraba girasoles encontró a su padre gordo y viejo envuelto en la propia sangre del padre, tan roja como los atardeceres del Caribe, de un escarlata estremecedor. Su padre no sabía que su estómago había ido sangrando por culpa de una úlcera tremenda, fruto de las cantidades ingentes de alcohol que llegaba a tomar cada día, y se había ahogado con su misma sangre normal de hombre normal, dejando huérfano y rico al ahora hombre que sangraba girasoles. Los periódicos llamaron a la noticia: ¡La sangre de girasoles, millonaria! ¡El hombre de la sangre de girasoles ya no tiene agente! ¡Murió el papá del señor que sangra girasoles! Le llegaron visitas de todas partes, pero el hombre que sangraba girasoles dijo a todo el mundo que no quería seguir sangrando, que él también sentía dolor, y que si había hecho todo ese circo con su padre era para ganar dinero y sacar adelante al patrimonio familiar. Palabras huecas que disgustaron a los públicos, porque con el paso de los meses y la honda nostalgia de las gentes hacia esas ferias especiales con un hombre que sangraba girasoles y por tanto no conocía la muerte, porque con el paso del tiempo el hombre tuvo que viajar de vuelta a Kansas por culpa de la insistencia de las gentes, dejando Luisiana en manos de los rebeldes del sur, llevándose consigo a los negros, que al llegar al norte se alistaron con los unionistas y buscaron su propia libertad. A él, en cambio, prefirieron no quererlo en las filas armadas, y le pidieron que no estorbara. Hasta que recaló en Kansas, donde, mendigo y vagabundo, se entregó a un sheriff enseñándole su desgracia. Lo encerraron en la Kansas State Prison, y desde aquél momento los rumores de guerra y los tambores de melancolía contrataron una canción que terminaba así:

Hijo pródigo
de un borracho analfabeto
el hombre de sangre
con girasoles del desierto
terminó en Kansas,
de pordiosero con sorpresas,
su peculiar derrotero.

Hoy los negros que antaño fueron algodoneros siguen cantando estos versos y pocas rimas para contar la historia de un señor que sin su sangre de girasoles hubiese conocido la muerte.