jueves, 29 de enero de 2009

Live and Work in Spain has a nice picture

Este post va dedicado a mi amigo Stefano, quien con toda modestia ha conseguido publicar una foto suya (es fotógrafo amateur) en una guía de viajes llamada Live and Work in Spain.

El día 31 de diciembre de 2008 Stefano, Daniele y yo entramos en una librería de Londres y con nuestra absoluta sorpresa vimos que en un libro de viajes inglés a Stefano le han publicado una foto, con las fachadas típicas del Raval barcelonés.

Mi orgullo y el de Daniele fue enorme, puesto che un amigo es siempre admirado, y mucho más cuando consigue algo que para él significa mucho pero que para otros puede parecer una minucia. Este ha sido su primer pasito. Quién sabe cuántos más hará.

La foto en cuestión está en la siguiente página:
http://www.flickr.com/photos/stefanoascione/524687623/





lunes, 26 de enero de 2009

El esperpento merengue

El ya ex presidente del Real Madrid Club de Fútbol, el denostado, odiado, destruido, malgastado, requeteinsultado, Ramón Calderón, se ha marchado porque sí. Después de haber ganado dos Ligas, de haber prometido humo y de haber mantenido con fervor las típicas corruptelas que siempre (siempre) han asolado a su club, como a otra cualquiera, el entorno merengue se ha cansado y lo ha echado. En el entorno merengue hay muchas influencias e intereses relacionados con la institución madridista que no han aguantado más. Vayamos por partes.

Cuando Fabio Capello consiguió que su equipo ganara la Liga, aunque con un fútbol rácano, el madridismo respiró tranquilo y aliviado después de tres años sin pan ni agua. Calderón cambió algunos jugadores más el entrenador y se ilusionó con la idea de que la sombra de Florentino y de su Era habían desaparecido. Creía Calderón que, como todos sus antecesores (todos) y como todos sus colegas de otras instituciones, también tendría manos libres a la hora de cobrar comisiones sombrías y mantener a raya a los medios de comunicación afines al club blanco. Y, por lo menos durante un tiempo, así fue. ¿Os acordáis de cómo se ilusionaron Marca y As con las “llegadas” de Kaká, Cesc, CR7, Villa o Cazorla? Los articulistas con más peso en aquellos periódicos clamaron su lealtad a Calderón. Hasta que ni uno solo apareció. Mientras, desde otros entornos anti-madridistas, se pudo ofender al Real de que no había ganado una Liga, sino que la había pillado, puesto que había sido perdida estúpidamente por el eterno rival. Eso dolió: ganar sin legitimidad. Así que se echó a Capello y vino Schuster. Y en el principio de los tiempos de Bernardo, que tanto era estimado por las teles, radios y diarios madridistas, el Real fue ovacionado; pero se ganó sin fútbol; y el aficionado de a pie, aquél que no entiende de intereses pecuniarios ni de comisiones extrañas, se mosqueó y se hartó de que su club jugase mal y fuese ridiculizado y denostado por los otros entornos, no solo de España, sino también de Europa. Llegó el momento que los grandes hombres que sí mandan en el club esperaban desde las elecciones “amañadas”.

Si Calderón era tan repudiado por la masa social merengue, ¿por qué no se hizo una moción de censura? ¿Por qué la Plataforma Blanca u otras bases de cambio no se movieron? Porque no hace falta. Ferguson comentó que el Madrid es una mafia; yo no lo considero que sea así. Si es una mafia, entonces lo son también la RFEF, el Comité de Arbitraje, la UEFA, la FIFA y todos los demás clubs de fútbol del globo. Es un negocio con trapicheos y picarescas, nada más. El Real Madrid es un negocio con muchísimos intereses interrelacionados: constructoras, bancos, medios de comunicación, instituciones del Estado… Florentino Pérez es quizá uno de los mejores empresarios del tocho que hay en España; ¿os acordáis de su mandato? Ganó las elecciones con una as en la manga: Figo. Aún no había pagado su cláusula de recisión porque no había dinero; unos días después cobró desde el Ayuntamiento de Madrid la venda de la antigua ciudad deportiva merengue, pudiendo sanear al club y comprar a Figo. Florentino no habría podido mover la primera ficha sin la ayuda que recibió. Es duro explicitarlo, pero incluso el Manchester United, o el Milan, o el mismísimo Barça, consiguen salvar el culo gracias a trapicheos como ese. Otro ejemplo fue la compra de Beckham: casi vestido de blaugrana, Florentino sabía que para hacer grande al Real se debía noquear al Barça incluso fuera de la cancha; se reunió a escondidas con el chulito inglés y le ofreció una millonada primero al representante y luego al jugador. Mientras, el mundillo de los medios recibían concesiones por parte del club para los derechos de emisión del mismo. Así es como se toma el poder en el Real: a base de controlarlo todo, o por lo menos algo de cada cosa que está interrelacionada con el club.

¿No os habéis indignado nunca del trato de favor que recibe el Real por parte de Antena 3 o la Cuatro? Es sencillo: poseer derechos de emisión del Real es poseer cierto poder de decisión del mismo además de poseer la tranquilidad de que el dinero entrará pase lo que pase. ¿Os acordáis del cambio brusco de opinión que ha hecho Marca últimamente? Primero utilizando portadas a lo tabloide claramente a favor de Calderón (un ejemplo, en agosto: “Cristiano ya viste de blanco”), después dosificándolas un poco (el Madrid perdía y perdía y perdía), para finalmente atacarlo (“Calderón robó a la Asamblea”). Se entiende que Marca también se pasaba al otro bando, aquel que siempre ha mandado en el Real aunque Calderón fuese el presidente. Jamás se han destapado tantas mierdas del Real. No sabemos lo que hizo Mendoza, o Sanz, tanto menos Floren o Bernabéu. Todos utilizaron amaños, trampas o métodos harto sospechosos, como todos los demás clubs ¿no? Pero solo Calderón ha recibido palos. Hasta que la Federación Española de Fútbol le ha dado un cargo. Él también está enchufado.

Por último, y para recalcar que el Real no es el único en hacer tonterías, recordemos la época post-nuñista del Barça, aquella de Gaspart: la Fundación del FCBarcelona estaba llena de supuestos accionistas, empresarios y tecnócratas de la entidad que, por lo visto, salvaguardaban al socio, pero que en realidad hacían otras cosas. El Real Madrid, con todo lo que se le ha destapado, debería bajar a Segunda División A (y el Barça, Sevilla o Valencia en situaciones semejantes), como sucedería en otras ligas. Esto no lo digo yo, basta leer la LO 10/1990, de 15 de octubre, del Deporte.

Como sabéis, los que leemos este articulo somos simples peones de la vox populi que esos mismos trapicheos consiguen exhalar. Es humo de un fuego que nos es prohibido ver.

Aquí un video sobre la bronca de la Asamblea de Socios Compromisarios del 7 de diciembre de 2008, aquella que Calderón robó.

Aquí unas cuantas “opiniones” de José María García, periodista ex de la Cope, que desea ser independiente dentro de un mundo de muchos jefes.

¿Debemos creer algo?

lunes, 19 de enero de 2009

Sobre el PP


Todos los que me conocen saben que tengo la idea firme de que el Partido Popular no es un partido completamente demócrata –ningún partido es democrático, puesto que si lo son, como ERC, se convierten en desmadre–, y por lo tanto antipático a mis opiniones políticas. El presidente de honor del PP, su fundador, su creador, fue ministro en la dictadura. Como comprenderéis, estoy hablando de Manuel Fraga, aquel señor que, cual alma ítala y movida por el convencimiento de deber cambiar de aires siempre que el jefe del momento lo mandase, pasó de defender a ultranza el franquismo y sus bases durante los primeros períodos de la Transición, para después convertir su AP en un PP de “centro-derecha”: pongo comillas porque nadie, en su sano juicio, capta la idea de que ese partido quiera o desee ser algo cercano al centro, como sí pasa, aunque muchos no lo crean, en el PSOE.

El PP es un partido que, desde mi punto de vista, es más de cuadros que de masas, y por tanto no posee tanta estabilidad interna como la que vivió el PSOE durante la época de Felipe González o como la que está viviendo ahora. El PP se parece, ante todo, a la Democracia Cristiana que gobernó Italia durante toda la Guerra Fría. Es decir, un partido de familias ricas, notables, influencias, patrones y, sobre todo, corrientes. O sea, que en el PP actual, o al menos desde su inicio como AP, posee dos líneas en perenne rivalidad y que se complementan entre ellas gracias a los cuadros que cada una posee, derivados, la mayoría de ellos, de posiciones altas dentro del Estado tanto en época dictatorial como democrática. La corriente defendida por Aznar es, sin duda, aquella de la derecha pura, en la que Fraga es un “mito” que jamás debe ser contestado públicamente y Aznar una especie de “gurú” que nunca ha de ser puesto en tela de juicio. Todos sabemos quién pertenece a esa corriente: Aguirre, Acebes, Zaplana, Cañete, Martínez Pujalte... y tantos otros, manteniéndose en el think-tank pepero de la FAES.

Luego hay la corriente centrista, con Rajoy a la cabeza, con Rato también, y los más jóvenes. Si muchos creen que Nuevas Generaciones está más ligada a la corriente de derecha pura, se equivocan: habiendo nacido en la España democrática y habiendo estudiado la firmeza del PSOE, entienden que si no están en el centro político –con cierto progresismo encubierto de tradiciones seculares– no podrán jamás acercarse a la clase media española, dada a progresismos extraños (según el CIS el 64% de la gente cree que está bien que los gais se casen y adopten; el 56% cree que el aborto no debe ser ilegal…) y tradiciones impertérritas (el 48% prefiere Estado aconfesional que laico, es decir se prefiere la Iglesia católica a todas las demás), y así alcanzar el Gobierno Central. Lo malo de todo este asunto es que la corriente de derecha pura es la que, desgraciadamente, monopoliza aún al PP: apoyándose en ciertos barones autonómicos de tendencias ultraderechistas (¡como hacía la DC!) creen que utilizando la estrategia de la crispación (algo copiado de la estrategia de la tensión de las democracias filoamericanas de la Guerra Fría, léase Kissinger) podrán alcanzar el Poder Ejecutivo del Estado. Se creen que así rasparán al PSOE, y sin embargo el partido socialista utiliza el arma pepera para desgastar a su oponente (¿os acordáis de ese lema “Si tu no vas ellos vuelven”?).

El PP debe reformarse de cabo a rabo. Es cierto que hay muchos votantes de esos dogmáticos que ven a España como a una sola gran nación indisoluble e invencible sin Europa que valga, de esos que, aunque estando en democracia –alma de la flexibilidad política dentro de un orden firme y estable de Cosas–, se aferran a unos códigos como “el honor y el respeto”, lo que lleva a su hermetismo peligroso y molesto para muchos. Ese tipo de votantes, presentes en todos los sistemas políticos democráticos, son, en España, los que aún consiguen posicionarse como monopolio de la política de centro-derecha, corrompiendo al PP. Rajoy pretende centralizar a su partido, pero si preguntamos a cualquiera, por ejemplo en Catalunya, si el PP es de centro-derecha, la respuesta es inequívocamente negativa. O se renuevan, o no pillan al Gobierno en décadas. Lo primero de todo es, muy a su pesar, quitarle protagonismo a Fraga y a Aznar, incluso a Rajoy, y hacer unas primarias como las que hizo el PSOE en 2000. Después, reunirse con otros partidos políticos para firmar una ley de Memoria Histórica, que debe ser absoluta y totalmente empírica, sin venganzas. Y, acto seguido, renegar de su pasado franquista, esto es, dictatorial y autoritario, no democrático, incluso fascista. Entendamos, ante todo, que el PSOE actual no es el mismo del de la II República; no es el mismo incluso del que existió durante el exilio. El PSOE actual es un catch-all party de masas y de tendencias centro-izquierdistas, formado gracias a una inmensa red de “familias políticas” –todas ellas basadas en las incontestables ideas socialistas clásicas, provenientes de Marx y Lenin, y renovadas por las socialdemocracias post Segunda Guerra Mundial además de cierto sicioliberalismo– que van alternándose en la cúpula depende de las coyunturas (la familia política felipista, más socialista clásica, aún existe, pero ha pasado en segundo plano a favor de la zapaterista, socialdemócrata). Su estabilidad es inexpugnable; tanto, que ni tránsfugas de tres al cuarto pueden con su organización. El PSOE solamente padece malestar cuando se equivoca seriamente (caso GAL, casos de corrupción, desgaste en el poder…) y entiende que para sobrevivir debe ir renovándose no solo en su interior sino también en su entorno (léase PRISA, sus múltiples think-tank…). El PP, en cambio, pretende ser un partido de masas además de un catch-all party bien estructurado, pero la rivalidad expuesta entre sus corrientes internas y su tozudez ademocrática (que no es lo mismo que antidemocrática) lo convierten en un partido sin estabilidad duradera. Si en el Congreso Socialista del 2011 Zapatero dice que no se presentará y pone a otra cabeza de partido para pillar al Gobierno Central –personalmente creo que pondrá a la Chacón o a una mujer–, entonces el PP de Rajoy se pasará otros cuatro años en la oposición. Si en cambio los peperos actuales tienen suerte y Zapatero se equivoca, podrán pillar el Gobierno sin ninguna duda. Quedaos con esta afirmación: el PP gana el Gobierno Central solo cuando el PSOE tiene problemas serios (Aznar en el ’96 y luego, sin resistencia fuerte visible, en el 2000). Renovarse o morir, ahí está el jarabe.

jueves, 15 de enero de 2009

Imagino... la República de Catalunya


Escric aquestes línies sabent que tracto un tema polèmic però que tota persona que se sent catalana pensa, imagina, intueix o fins i tot desitja algun cop en la seva vida: la independència de Catalunya; escric perquè m’han animat a fer-ho alguns amics de la Universitat, persones que ja han plasmat les seves respectives idees als seus blocs. I escric sobre una utopia, sobre una hipotètica (o hipotetíssima!) separació cordial (la veritat és que no sé quina paraula utilitzar...) de la nació catalana de la ¿plurinació? Espanya. Si les bases són difícils per entendre Espanya, imagineu-vos com és de difícil per a mi escriure aquest post...

Com el títol indica em refereixo a una República Catalana independent, no a uns Països Catalans independents –això ja ho escriuré més endavant. La meva idea d’una Catalunya independent és d’una república que no rebassaria els actuals límits territorials. Posseiria una Constitució republicana i es mantindria ferma en els ideals de la il·lustració, base de tota democràcia actual: llibertat, igualtat, laïcitat. Seria un Estat unitari, com el francès, i buscaria la màxima cohesió com Estat social. La organització territorial seria municipi, vegueria i nació, tot sota l’ordre republicà establert. Hi hauria deu vegueries, les conformades per l’Estatut actual (modificat en Constitució), més l’octava que vol el Penedès, una específica per a la Val d’Aran, i una de Barcelona Capital.

Seria una república parlamentària, amb un Parlament de la República format per dues cambres: la Cambra de Representants –o Diputats–, amb relació directa amb els seus electors de cada districte electoral; i el Senat, amb representació equitativa per part de les deu vegueries. Cada vegueria posseiria una Governació del Veguer, amb un Consell (una assemblea) i un Tribunal de Justícia. La toponímia de “república” podria ser sinònim de la paraula històrica “Generalitat”.

Tema lingüístic: el Català i el Castellà serien les dues llengües oficials de la república, donant-li especial rellevància a l’Aranès a la vegueria Val d’Aran; també seria bo buscar modes flexibles per introduir l’Anglès i el Francès dins tot el sistema educatiu (fins i tot des de pàrvuls). De totes maneres, el Català seria la llengua preferent en la vida sociopolítica de la república, sense mai oblidar que utilitzar el Castellà seria delicte moral –tal i com pensa molta gent a la nostra nació–.

La bandera nacional seria la senyera que tots coneixem, sense estrelles ni hòsties del gènere; potser fins i tot s’hauria de crear un escut com a símbol del poder republicà. L’himne passaria a ser El cant de la senyera, doncs no hauríem de recordar derrotes militars mai més, ans al contrari; seguit d’Els Segadors. La diada nacional seguiria essent l’Onze de Setembre, però també serien festives les dates d’independència i creació de la república i constitució, amb record especial de la tradició rosa-llibre de Sant Jordi. La moneda seria l’euro.

L’assumpte de la capital és bastant complicat, doncs Catalunya té forts localismes i no molta gent estaria d’acord en veure com tots els municipis que envolten Barcelona –la que seria capital republicana– s’unirien en la mateixa jurisdicció de la ciutat capital. De totes maneres, la meva idea és la creació d’una petita vegueria de la ciutat capital, que conformaria tota l’àrea metropolitana de Barcelona, amb una organització municipal com la londinenca: hi hauria una espècie d’autoritat superior, una espècie d’alcalde–veguer, representació de tota la capital; després, els districtes mantindrien una certa autonomia per part d’aquesta autoritat (Londres està feta de cities). Com és natural, Catalunya tindria infraestructures de primera, molt millors que les actuals, per connectar Barcelona amb les altres ciutats de la nació, i no em refereixo a les quatre actuals capitals de província, sinó amb tots els municipis grans.

Barcelona, com a capital, seria la seu de la república, del Govern, del Parlament de la República i del Tribunal Suprem de la República; de totes maneres les seus del diferents ministeris estarien ubicades en diferents ciutats de la nació (Catalunya s’ho pot permetre, doncs és una nació petita i amb prou recursos pot estar molt ben connectada). El president de la república seria nomenat pel Senat cada set anys amb revisió de la Cambra de Representants –o Diputats–, i seria el Cap de l’Estat i màxim representant de Catalunya a l’exterior, a més de posseir la potestat de nomenar el primer ministre. Al tenir un sistema parlamentari, el Govern estaria format des de la Cambra i referendat pel Senat. El sistema electoral seria majoritari, doncs el secret estaria en buscar la major estabilitat dins la marea política catalana. El Tribunal Suprem de la república tindria com a braços executors els Tribunals de Justícia de les vegueries i posseiria una Sala autònoma amb exclusivitat dedicada a la garantia de la constitució (com passa a EUA, Itàlia, Irlanda, India...).

La república tindria representació a la ONU, a la UE, a la OTAN. I sí, un exèrcit. Encara que, si la UE es posa les piles i organitzés una política de defensa conjunta (eufemisme d’exèrcit europeu unificat), Catalunya s’hi implicaria. Sobre la policia: guàrdies urbanes, Mossos d’Esquadra, i serveis secrets col·laboradors amb la CIA i l’Europol, com tot Estat independent de la UE.

El cas dels esports: no tinc ni idea, no m’ho he imaginat... Potser en el cas del futbol es podria buscar un acord amb Espanya o fins i tot amb tota la península ibèrica (us imagineu veure el Barça jugar una lliga amb el Lleida, l’Ègara, el Nàstic, etc, quan amb prou feines té rival en l’Espanyol?)... De totes maneres, essent una nació independent, Catalunya tindria representació a totes les organitzacions esportives del planeta.

Repeteixo: tot el que he escrit és imaginació. Quin català no s’ha imaginat mai com seria la seva nació amb Estat independent?

lunes, 12 de enero de 2009

El "líder" y el "jefe" en la política democrática

Hace ya bastantes meses tuve una conversación con mi amigo Genís sobre las cualidades del perfil del líder político. Genís me confesó que admiraba los dotes de liderazgo del presidente francés N.Sarkozy para sacar adelante a la Unión Europea de su enésimo bache (la crisis del Tratado de Lisboa por culpa de Irlanda). Le di la razón, pero con un apunte: Sarko no debe ser considerado un líder, sino un jefe en política democrática. Me explicaré.

El libro de filosofía zen El arte del liderazgo expone lo siguiente: un líder es paciente, dialogante, firme, frío, calmado y poseedor de una legitimidad popular estrepitosa. No debemos caer en la fácil tentación de afirmar que líder se nace; sin embargo, un líder se forja, se hace, se prepara. Y no solamente por el mismísimo individuo que se ve capaz de ello, sino por un corro íntimo de individuos que ven a aquel individuo en especial como líder. Por lo tanto, líder no es sinónimo de liderazgo, una cuestión que puede poseer también el animal “jefe de la política democrática”. Hoy en día, el ejemplo más claro de líder es el nuevo presidente americano Barack Obama: le siguen millones y millones de personas en todo el mundo; es visto como el hombre que todo lo arreglará, como el guía al que todos adoran pero que algunos odian incluso más que al infierno. Obama fue forjado, fue hecho, y su esbelta figura (alto, joven, atlético, serio, frío, calmado, paciente, tranquilo, guapo…) fue rápidamente legitimada tanto por muchísimos estadounidenses como por tantísimos europeos –quienes se bajaron las bragas y los calzaoncillos con solo verlo ante la Columna de la Victoria de Berlín–. El líder es un hombre alabado hasta la saciedad, al que se le rinde culto, al que se le convierte en icono de algo. El líder posee un aura especial que aparece gracias a la legitimación de un número enorme de personas que lo –valga la redundancia– legitiman, que lo aman. El líder es un ser que ‘vende’ su alma a la multitud, quien se convierte en verdadero poseedor de ese personaje: fijaos en John F. Kennedy, un hombre convertido en mito, de quien solo se le reconocen actos buenos, pero cuya vida de pijo bostoniano escondió una larga lista de enfermedades y paranoias mentales (fue el presidente americano más dado a leer informes de la CIA, más incluso que el eterno repudiado Richard Nixon, de quien se dice que era el ser paranoico por antonomasia). Fijaos también en Felipe González, hoy por hoy ex presidente del Gobierno Central español al que se le reconocen más méritos que errores, más simpatía que repulsión. Y por último, fijaos en el ejemplo de F.Mitterrand, hombre ultramujeriego y bastante machista que inculcó la semana laboral de 35 horas en las mentes francesas pero que era reconocido como el socialista europeo más importante de la segunda mitad del siglo XX (seguido por Brandt, González y Blair -sí sí, ¡Blair!-).

El líder se hace querer, y esa es su perdición. Mientras que el “jefe” es aquel animal que no puede, simplemente no puede, ser tan amado, tan legitimado ni tan admirado como el animal líder. Un prototipo de jefe puede incluso liderar mejor que el prototipo líder, pero ciertas cualidades físicas y de comportamiento deslegitiman sus actos. El pueblo, la plebe, el vulgo, compra esencialmente el escaparate, la galería del producto [la palabra clave de esta frase es esencialmente]. Pensemos en Nixon, hombre que abrió los USA a la China de Mao, que modernizó la CIA y el FBI, que mejoró la sanidad (aunque sea un poquito, todo un acontecimiento en los USA); pero que al mismo tiempo era cascarrabias, paranoico y de nervios siempre en punta. Otro ejemplo es Aznar, a quien se le reconoce primero la tragedia del 11-M, después sus decretazos, su chulería arrogante y finalmente el milagro económico que empezó en 1997 y que acaba de terminar hace muy poco. El ejemplo de jefe actual es Sarko: hostil en su país, con problemas renqueantes en su UMP, con respuestas fuera de tono a colegas y ciudadanos, pero locomotora de la UE, más incluso que la Merkel. El jefe es un animal que no puede vender su alma, pero que se concibe como ser más independiente, más autónomo, un poco más libre; quizá es eso lo que el pueblo no desea, la autonomía excesiva del ejemplo jefe que la que poseería el animal líder.
El libro zen El arte del liderazgo afirma que “al líder se le sigue porque uno desea seguirlo, mientras que al jefe se le sigue porque uno siente que se le manda seguir”. Siguiendo con el ejemplo, a Obama se le sigue con una sonrisa, mientras que a Sarko se le sigue sin expresión aparente en la cara.

martes, 6 de enero de 2009

Piccolo saggio sul Potere


Dopo aver visto l’eccellente film di P.Sorrentino sulla “straordinaria vita di Giulio Andreotti”, intitolato Il Divo, e dopo aver studiato con fervore che cosa fue la stretegia della tensione, la Loggia massonica Propaganda Due e il sistema politico della Prima Repubblica, mettendolo in confronto con quello che si sta svolgendo lenta ma fermamente in questa Seconda Repubblica, ho, credo, capito qualcosa su che cosa sia veramente il potere. Quel concetto astratto e profondo legittimato e apparso dagli istinti della natura, sia quella umana o quella animale.

Disse quello stratega francese chiamato Talleyrand, che sopravvisse la Rivoluzione Francese, il periodo napoleonico e il Congresso di Vienna del 1814 che “il potere logora chi non ce l’ha”; frase raccolta tra l’altro in una scena della terza parte de Il Padrino di F.Ford Coppola e ne Il Divo, commentata appunto da Andreotti. Ebbene sí, quella frase è proprio vera, proprio manifesta nella politica di ogni giorno. Infatti, come commentai ad alcuni cari amici in un bar del centrocittà di Barcellona, il potere è quella manifestazione incolore, invisibile, che si riceve. Il potere non si prende come una cosa, ma te lo danno: la democrazia è il miglior esempio. Elezioni per dare una grande serie di capacità e possibilità di movimento politico ad un gruppo di persone o ad un solo individuo. Gli americani del 1787 capirono subito che questa fonte di ubriachezza tremenda doveva essere contrapposta con qualcosa di astratto basato sulla morale e sulla etica, quindi sacque l’istituzionalizzazione della giustizia, il potere che vigila il potere. Il filosofo M.Weber capí che il potere veniva, non andavi tu a prenderlo: o ce l’hai perchè la Storia, cioè la Tradizione, te lo da (esempio: monarchia); o perchè possiedi un dono speciale riconosciuto dal popolo, cioè il carisma (esempi: autoritarismi o democrazie); o perchè i cittadini te lo danno dopo un rituale organizzato in forma ad elezioni segrete e libere (esempio: democrazia). Comunque sia, il potere è un permesso ricevuto, un permesso di enormi proporzioni che logora chi non ce l’ha, perchè si ossessiona con prenderlo quando sa che non può averlo, però logora anche chi l’ha avuto.
La nostra politica, infatti, ha visto come il potere distrugge quelli che non sanno mantenerlo, perchè una volta ricevuto si aprono tante vie, possibilità e movimenti che impazziscono chi lo esecuta. Il potere è quella cosa eterea, quell’aura o energia, che per grazia propria e/o per grazia della fortuna, uno riceve e poi deve mantenere. Mantenere il potere è durissimo: bisogna esser coscenti che il potere significa responsabilità, quella responsabilità sorta da miliardi di altre responsabilità prestate a chi è stato scelto per avere il potere. Pensate a Gollum: il potere lo attrae ma non ce la fa a tenerlo, quindi impazzisce; Frodo, invece, preferisce usarlo per portar la pace alla sua terra, ma prima deve sopravvivere al potere, distruggendolo in fine.

E adesso pensate a questo personaggio: J.M.Aznar. Fu premier della Spagna dal 1996 al 2004, ma quando il potere che manteneva era piuttosto vigilato dagli altri attori della politica attiva (vedesi i “nazionalisti” catalani e vaschi), potè comportarsi con piú responsabilità; avendo ricevuto nel 2000 una copisqua maggioranza assoluta, e non trovando rivalità forte dai socialisti (ancora in reorganizzazione caotica interna), il potere lo usó a suo agio, senza quasi frontiere né limitazioni morali, andando in una guerra che l’80% circa della propria popolazione non desiderava, avendo poi seri problemi protocolari col Capo dello Stato spagnolo –e sovrano–, tali come dandogli del tu quando solo il re, in Spagna, anche se non è corretto, può farlo (altro segno di potere), o organizzando un matrimonio di Stato quando solo la Casa Reale possiede il permesso (“tradizionale”, appunto).

Chi non sa mantenere il potere allungo, non capisce cosa sia, anzi non intuisce neppure che cosa abbia ricevuto, e quindi quella cosa invisibile entra dentro di te e corrompe la tua anima, lasciando solo reputazioni di purgatorio. Infine, il potere è quell’enorme permesso a sopravvivere, ma anche a far sopravvivere quelli che te lo danno; il potere ti fa mezzo-schiavo, non mezzo-libero.